Gótico sureño.
Se conoce con ese nombre el estilo de autores tan dispares como William Faulkner, Carson McCullers, Cormac McCarth yy Flannery O’Connor que además de ser del Sur de Estados Unidos, ambientan allí sus textos, que siempre se ven recorridos, a pesar de su apariencia realista, por lo grotesco, lo macabro, lo irracional. Nos pone ante un tipo de situaciones que nos fascinan y nos horrorizan a partes iguales.
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Ficha 6. Óiganlos florecer. El gótico sureño
1. Comenta uno a uno los cuatro textos propuestos (No es un resumen, sino la sensación que te causan)
2. ¿Cuál prefieres? Razona tu respuesta,
3, Películas. Después de ver los tres trailers, ¿Cuál verías y por qué?
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1, William Faulkner
Una rosa para Emilia
Cuando murió la señorita Emilia Grierson, casi toda la ciudad asistió a su funeral; los hombres, con esa especie de respetuosa devoción ante un monumento que desaparece; las mujeres, en su mayoría, animadas de un sentimiento de curiosidad por ver por dentro la casa en la que nadie había entrado en los últimos diez años, salvo un viejo sirviente, que hacía de cocinero y jardinero a la vez. La casa era una construcción cuadrada, pesada, que había sido blanca en otro tiempo, decorada con cúpulas, volutas, espirales y balcones en el pesado estilo del siglo XVII; asentada en la calle principal de la ciudad en los tiempos en que se construyó, se había visto invadida más tarde por garajes y fábricas de algodón, que habían llegado incluso a borrar el recuerdo de los ilustres nombres del vecindario. Tan sólo había quedado la casa de la señorita Emilia, levantando su permanente y coqueta decadencia sobre los vagones de algodón y bombas de gasolina, ofendiendo la vista, entre las demás cosas que también la ofendían. Y ahora la señorita Emilia había ido a reunirse con los representantes de aquellos ilustres hombres que descansaban en el sombreado cementerio..............
Relato completo (Es breve)
2
" Carson McCullers REFLEJOS EN UN OJO DORADO"
"Era una noche del final de invierno.
Durante aquel paseo sin rumbo, el capitán vio un gatito acurrucado en un portal; el animalito se había refugiado allí buscando calor y cuando el capitán se inclinó sobre él, oyó que estaba ronroneando.
Cogió el gatito y lo sintió vibrar en su mano.
Estuvo un buen rato contemplando aquella carita suave y graciosa y acariciando la tibia piel del animal, que apenas había alcanzado la edad de poder abrir del todo sus claros ojos verdes.
Por fin el capitán se llevó el gatito consigo, calle abajo. En la esquina había un buzón de correos y, después de mirar rápidamente a su alrededor, el capitán abrió la fría ranura de las cartas y estrujó el gatito hasta hacerlo caer dentro del buzón. Después siguió su camino."
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3.Flannery O’Connor UN HOMBRE BUENO ES DIFÍCIL DE ENCONTRAR
La abuela no quería ir a Florida. Quería visitar a algunos de sus conocidos en el este de Tennessee y no perdía oportunidad para intentar que Bailey cambiase de opinión. Bailey era el hijo con quien vivía, el único varón que tuvo. Estaba sentado en el borde de la silla, a la mesa, reclinado sobre la sección deportiva del Journal.
—Mira esto, Bailey —dijo ella—, mira esto, léelo.
Y se puso en pie, con una mano en la delgada cadera mientras con la otra golpeaba la cabeza calva de su hijo con el periódico.
—Aquí, ese tipo que s’hace llamar el Desequilibrado s’ha escapao de la Penitenciaría Federal y se encamina a Florida, lee aquí lo que hizo a esa gente. Léelo. Yo no llevaría a mis hijos a ninguna parte con un criminal d’esa calaña suelto por ahí. No podría acallar mi conciencia si lo hiciera.
Bailey no levantó la cabeza, así que la abuela dio media vuelta y se dirigió a la madre de los niños, una mujer joven en pantalones, cuya cara era tan ancha e inocente como un repollo, con un pañuelo verde atado con dos puntas en lo alto de la cabeza, como orejas de conejo. Estaba sentada en el sofá, alimentando al bebé con albaricoques que sacaba de un tarro.
Leer completo (relato breve)—Mira esto, Bailey —dijo ella—, mira esto, léelo.
Y se puso en pie, con una mano en la delgada cadera mientras con la otra golpeaba la cabeza calva de su hijo con el periódico.
—Aquí, ese tipo que s’hace llamar el Desequilibrado s’ha escapao de la Penitenciaría Federal y se encamina a Florida, lee aquí lo que hizo a esa gente. Léelo. Yo no llevaría a mis hijos a ninguna parte con un criminal d’esa calaña suelto por ahí. No podría acallar mi conciencia si lo hiciera.
Bailey no levantó la cabeza, así que la abuela dio media vuelta y se dirigió a la madre de los niños, una mujer joven en pantalones, cuya cara era tan ancha e inocente como un repollo, con un pañuelo verde atado con dos puntas en lo alto de la cabeza, como orejas de conejo. Estaba sentada en el sofá, alimentando al bebé con albaricoques que sacaba de un tarro.
4 Cormac McCarthy La carretera
Al despertar en el bosque en medio del frío y la oscuridad nocturnos había alargado la mano para tocar al niño que dormía a su lado. Noches más tenebrosas que las tinieblas y cada uno de los días más gris que el día anterior. Como el primer síntoma de un glaucoma frío empañando el mundo. Su mano subía y bajaba al compás de la preciada respiración. Retiró la lona de plástico y se puso de pie envuelto en aquellas prendas y mantas pestilentes y buscó algún atisbo de luz en el este pero no lo había. En el sueño del que acababa de despertar vagaba por una gruta y el niño lo llevaba de la mano. La luz de los dos bailaba en las húmedas paredes de roca caliza. Como peregrinos de fábula engullidos y extraviados en las entrañas de una bestia granítica. Humeros de piedra donde el agua goteaba y cantaba. Tañendo sin tregua en el silencio los minutos de la tierra y sus horas y días y años. Hasta que se hallaban en una enorme estancia de piedra donde había un lago antiguo y negro.
Y en la orilla opuesta un ser que levantaba su chorreante boca del gour y miraba hacia la luz con unos ojos tan blancos y ciegos como los huevos de araña. Balanceaba su cabeza a ras de agua como para captar el olor de aquello que no podía ver. Agazapado allí, pálido y desnudo y translúcido, sus huesos de alabastro grabados en sombra en las rocas que tenía detrás. Sus intestinos, su palpitante corazón. El cerebro que latía dentro de una empañada campana de cristal. La criatura movía la cabeza de lado a lado y luego soltaba un gemido grave y daba media vuelta y dando tumbos se alejaba silenciosamente hacia la noche.
The Road (La Carretera) - Trailer Español
No Es País Para Viejos: Tráiler En Español
anónimas tumbas de los soldados de la Unión, que habían caído en la batalla de Jefferson.
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