jueves, 27 de enero de 2022

Haruki Murakami Tokio Blues



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Aunque nació en Kioto, vivió la mayor parte de su juventud en Kōbe. Su padre era hijo de un sacerdote budista y su madre, de un comerciante de Osaka. Ambos enseñaban literatura japonesa.
Desde la juventud, Murakami estuvo muy influido por la cultura occidental, en particular, por la música y literatura. Creció leyendo numerosas obras de autores estadounidenses, como Kurt Vonnegut y Richard Brautigan. Son esas influencias occidentales las que a menudo distinguen a Murakami de otros escritores japoneses.
Estudió literatura y teatro griegos en la Universidad de Waseda (Soudai), en donde conoció a su esposa, Yoko. Su primer trabajo fue en una tienda de discos (tal como uno de sus personajes principales, Toru Watanabe de Norwegian Wood). Antes de terminar sus estudios, Murakami abrió el bar de jazz Peter Cat (El Gato Pedro) en KokubunjiTokio, que regentó junto con su esposa desde 1974 hasta 1981.
En 1986, con el enorme éxito de su novela Norwegian Wood, abandonó Japón para vivir en Europa y Estados Unidos, pero regresó a Japón en 1995, tras el terremoto de Kobe y el ataque de gas sarín que la secta Aum Shinrikyo (La Verdad Suprema) perpetró en el metro de Tokio. Más tarde Murakami escribiría sobre ambos sucesos.
La ficción de Murakami, que a menudo es tachada en Japón de literatura pop, es humorística y surreal, y al mismo tiempo refleja la soledad y el ansia de amor en un modo que conmueve a lectores tanto orientales como occidentales. Dibuja un mundo de oscilaciones permanentes, entre lo real y lo onírico, entre el gozo y la oscuridad. Cabe destacar la influencia de los autores que ha traducido, como Raymond CarverF. Scott Fitzgerald o John Irving, a los que considera sus maestros.
Muchas novelas suyas tienen, además, temas y títulos referidos a una canción particular como Dance, Dance, Dance (de The Dells), Norwegian Wood (los Beatles), ySouth of the Border, West of the Sun (La primera parte es el título de una canción de Nat King Cole). Esta afición -la música- recorre toda su obra.
Murakami es aficionado al deporte: participa en maratones y triatlón, aunque no empezó a correr hasta los 33 años. El 23 de junio de 1996 completó su primerultramaratón, una carrera de 100 kilómetros alrededor del lago Saroma en HokkaidoJapón. Aborda su relación con el deporte en De qué hablo cuando hablo de correr (2008).
A finales del 2005, Murakami publica la colección de cuentos Tōkyō Kitanshū, traducido libremente como Misterios tokiotas. Más tarde editó una antología de relatos llamada Historias de cumpleaños, que incluye textos de escritores angloparlantes, incluyendo uno suyo, preparado especialmente para este libro.

Título original japonésAñoTítulo en español (año de publicación) / Título en inglés (año)Traductor en español / en inglés
Kaze no uta o kike1979Escucha la canción del viento (Tusquets 2015)Lourdes Porta
1973年のピンボール
1973-nen no pinbōru
1980Pinball 1973 (Tusquets 2015)Lourdes Porta
羊をめぐる冒険
Hitsuji o meguru bōken
1982La caza del carnero salvaje (1992, Anagrama)
A Wild Sheep Chase (1989)
Fernando Rodríguez-Izquierdo
Alfred Birnbaum
世界の終りとハードボイルド・ワンダーランド
Sekai no owari to hādoboirudo wandārando
1985El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas (2009,Tusquets)
Hard-Boiled Wonderland and the End of the World (1991)
Lourdes Porta
Alfred Birnbaum
ノルウェイの森
Noruwei no mori
1987Tokio blues (Norwegian Wood) (2005, Tusquets)
Norwegian Wood (2000)
Lourdes Porta
Jay Rubin
ダンス・ダンス・ダンス
Dansu dansu dansu
1988Baila, baila, baila (2012, Tusquets)
Dance Dance Dance (1994)
Gabriel Álvarez
Alfred Birnbaum
国境の南、太陽の西
Kokkyō no minami, taiyō no nishi
1992Al sur de la frontera, al oeste del sol (2003, Tusquets)
South of the Border, West of the Sun (2000)
Lourdes Porta
Philip Gabriel
ねじまき鳥クロニクル
Nejimaki-dori kuronikuru
1995Crónica del pájaro que da cuerda al mundo (2001, Tusquets)
The Wind-Up Bird Chronicle (1997)
Lourdes Porta y Junichi Matsuura
Jay Rubin
スプートニクの恋人
Supūtoniku no koibito
1999Sputnik, mi amor (2002, Tusquets)
Sputnik Sweetheart (2001)
Lourdes Porta y Junichi Matsuura
Philip Gabriel
海辺のカフカ
Umibe no Kafuka
2002Kafka en la orilla (2006, Tusquets)
Kafka on the Shore (2005)
Lourdes Porta
Philip Gabriel
アフターダーク
Afutā Dāku
2004After Dark (2008, Tusquets)
After Dark (2007)
Lourdes Porta
Jay Rubin
1Q84
Ichi-kyū-hachi-yon
20091Q84 (2011, Tusquets)
1Q84 (2011)
Gabriel Álvarez
Jay Rubin y Philip Gabriel
色彩を持たない多崎つくると、彼の巡礼の年
Shikisai wo motanai Tasaki Tsukuru to, Kare no Junrei no Toshi
2013Los años de peregrinación del chico sin color (2013, Tusquets)
Colorless Tsukuru Tazaki and His Years of Pilgrimage (2014)
Gabriel Álvarez
Philip Gabriel



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Libro-Tokio-Blues

Tokio Blues  (1987)fue uno de los libros que lanzó a la fama internacional a Haruki Murakami, un escritor japonés que hace poco fue nominado al Nobel y que ya desde hace un buen tiempo goza de un nutrido club de fans a nivel mundial.
"La obra es memoria", explicó alguna vez Tennessee Williams. Y pocas veces la observación resulta tan certera como en esta fascinante, magistral y eufóricamente triste novela de Haruki Murakami.

Los temas son :  los amores cruzados, el sexo en línea recta, las perturbaciones del corazón y del cerebro, o ese hobby tan japonés: el suicidio como una de las bellas artes Pero el más potente es  el de la agónica mecánica de los recuerdos.Publicidad

En Tokio blues -caprichosa traducción del original "Madera Noruega"- el pretexto para invocar al pasado  es aquella canción de los Beatles. Una canción melancólica que describe un brevísimo affaire, comienza romántica con ese "una vez tuve a una muchacha...", y concluye con Lennon cantándonos y contándonos, con juguetona ambigüedad, que terminó "encendiendo un fuego".
Ésta es la canción que escucha Toru Watanabe en el hilo musical de un aeropuerto extranjero y que lo devuelve a una encarnación anterior: su juventud y amores a finales de los años sesenta. Un viaje marcha atrás a "ese limbo de la memoria donde todos los recuerdos cruciales van acumulándose y convirtiéndose en lodo"..: "Nunca había escrito algo así, en plan chico-conoce-chica, y me atrajo la oportunidad de reinventar mi propia juventud que, me apresuro a aclararlo, fue mucho menos interesante y no ocuparía más de quince páginas".





Frases interesantes de la novela:
* Recién llegado a Tokio, cuando empecé una nueva vida en la residencia, tenía un único propósito: tratar de no tomarme las cosas a pecho, mantener la debida distancia con el mundo. Nada más. Y decidí olvidar por completo la mesa de billar forrada de fieltro verde, el N-360 rojo y las flores blancas sobre el pupitre, la columna de humo alzándose desde la alta chimenea del crematorio, el pisapapeles con forma achaparrada en la sala de interrogatorios. Al principio, pensé que iba a lograrlo. Sin embargo, por más que intentase olvidarlo, en mi interior permanecía una especie de masa de aire de contornos imprecisos. Con el paso del tiempo, esta masa empezó a definirse. Ahora puedo traducirla en las siguientes palabras: «La muerte no existe en contraposición a la vida sino como parte de ella»”.
* Hasta entonces había concebido la muerte como una existencia independiente, separada por completo de la vida. «Algún día la muerte nos tomará de la mano. Pero hasta el día en que nos atrape nos veremos libres de ella.» Yo pensaba así. Me parecía un razonamiento lógico. La vida está en esta orilla; la muerte, en la otra. Nosotros estamos aquí, y no allí.
* Naoko lucía pasadores en el pelo, pero siempre mostraba la oreja derecha. Puesto que siempre la veía de espaldas, ésta es la imagen que hoy mejor recuerdo. Cuando se sentía avergonzada, jugueteaba con el pasador. Y se secaba las comisuras de los labios antes de decir algo. Mirándola hacer estos gestos, poco a poco empezó a gustarme.
* Conforme iba avanzando el invierno, los ojos de Naoko parecían ir ganando en transparencia. Una transparencia ausente. Pronto, sin razón aparente, clavaba sus ojos en los míos como si buscara algo, y, cada vez que esto ocurría, me embargaba una extraña e insoportable sensación de soledad.
* Leía mucho, lo que no quiere decir que leyera muchos libros. Más bien prefería releer las obras que me habían gustado. En esa época mis escritores favoritos eran Truman Capote, John Updike, Scott Fitzgerald, Raymond Chandler, pero no había nadie en clase o en la residencia que disfrutara leyendo a este tipo de autores. Ellos preferían a Kazumi Takahashi, Kenzaburo Óe, Yukio Mishima, o a novelistas franceses contemporáneos. Así pues, no tenía este punto en común con los demás, y leía mis libros a solas y en silencio. Los releía y cerraba los ojos y me llenaban de su aroma. Sólo aspirando la fragancia de un libro, tocando sus páginas, me sentía feliz.
A los dieciocho años, mi libro favorito era El centauro, de John Updike, pero cuando lo hube releído varias veces, perdió su chispa y cedió la primera posición a El gran Gatsby, de Fitzgerald, obra que continuó encabezando mi lista de favoritos durante mucho tiempo. Tomar El gran Gatsby de la estantería, abrirlo al azar y leer unos párrafos se convirtió en una costumbre, y jamás me decepcionó. No había una sola página de más. «¡Es una novela extraordinaria!», pensaba. Me hubiera gustado hacer partícipes a los otros chicos de tal maravilla. Pero a mi alrededor no había nadie que leyera El gran Gatsby. Dudo que lo hubieran apreciado. En 1968 leer El gran Gatsby no llegaba a ser un acto reaccionario, pero tampoco podía calificarse de encomiable.
Pese a todo, conocí a una persona que había leído El gran Gatsby, y nos hicimos amigos precisamente por ello. Se llamaba Nagasawa…

* A mediados de abril Naoko cumplió veinte años. Puesto que yo había nacido en noviembre, ella era siete meses mayor. No acababa de hacerme a la idea de que ella cumpliera veinte años. Me daba la impresión de que lo normal sería que, tanto ella como yo—, viviéramos eternamente entre los dieciocho y diecinueve años. Después de los dieciocho, cumplir diecinueve; después de los diecinueve, cumplir otra vez dieciocho. Eso sí tendría sentido. Pero ella había cumplido veinte años. Y yo en otoño también los cumpliría. Sólo un muerto podía quedarse en los diecisiete años para siempre.
* Aquella noche me acosté con Naoko. No sé si fue lo correcto. Ni siquiera hoy, veinte años después, podría decirlo. Tal vez jamás lo sepa. Pero entonces era lo único que podía hacer. Ella estaba en un terrible estado de nerviosismo y confusión; deseaba que yo la tranquilizase. Apagué la luz de la habitación, la desnudé despacio, con ternura; luego me quité la ropa. La abracé. Aquella noche de lluvia tibia no sentimos el frío. En la oscuridad, exploramos nuestros cuerpos sin palabras. La besé, envolví con suavidad sus senos con mis manos. Naoko asió mi pene erecto. Su vagina, húmeda y cálida, me esperaba. Sin embargo, cuando la penetré sintió mucho dolor. Le pregunté si era la primera vez, y ella asintió. Me quedé desconcertado. Creía que ella y Kizuki se acostaban. Introduje el pene hasta lo más hondo, lo dejé inmóvil y la abracé durante mucho tiempo. Cuando vi que se tranquilizaba, empecé a moverlo despacio y, mucho después, eyaculé. Al rato, Naoko me abrazó muy fuerte y gritó. Era el orgasmo más triste que había oído nunca.
* Leí la carta más de cien veces. Y siempre que lo hacía me invadía una tristeza insondable. La misma que sentía cuando Naoko me miraba fijamente a los ojos. Era incapaz de soportar aquel desconsuelo, pero no podía encerrarlo en ninguna parte. No tenía contornos, ni peso, igual que un fuerte viento soplando a mi alrededor. Ni siquiera podía investirme de él. La escena discurría despacio ante mis ojos. Pero las palabras que se pronunciaban no llegaban a mis oídos.
* Los faros de los coches formaban un río de luz que discurría entre las calles. Un zumbido sordo, mezcla de varios sonidos, flotaba en una nube sobre la ciudad.
* Aquel domingo por la mañana sólo había tres ancianas en el tranvía. Cuando subí, las tres me miraron de arriba abajo y luego miraron las flores que llevaba en la mano. Una de las ancianas me sonrió. Le devolví la sonrisa. Me senté en el último asiento, contemplé los viejos edificios que iban sucediéndose, uno tras otro, a ras de la ventanilla. El tranvía casi rozaba los edificios al pasar. En el tendedero de una casa vi diez macetas de tomates y, a su lado, un gato negro y grande dormitando al sol. Más allá, un niño hacía pompas de jabón. Se oía una canción de Ayumi Ishida. Incluso podía olerse el curry. El tranvía se abría paso entre la intimidad de las callejuelas. A lo largo del trayecto, subieron algunos pasajeros, pero las tres ancianas continuaron absortas en su conversación, incansables, con las cabezas muy juntas.
* Entre sorbo y sorbo de cerveza fría, observé a Midori, de espaldas, que cocinaba con esmero. Movía su cuerpo con agilidad y destreza mientras realizaba cuatro tareas a la vez. Viéndola, uno pensaba que estaba probando lo que se cocía en la cazuela, que picaba algo sobre la tabla de cortar o sacaba algo del frigorífico y lo servía en un plato, o que estaba lavando un cacharro que ya no necesitaba. De espaldas, recordaba a un percusionista indio. De esos que, mientras están haciendo sonar unas campanillas, aporrean una tabla y golpean unos huesos de búfalo de agua. Todos sus movimientos eran rápidos y precisos, el equilibrio perfecto. La contemplé con admiración.
* Nos miramos a los ojos. Le rodeé los hombros con un brazo y la besé. Midori tensó el cuerpo un momento, se relajó de inmediato y cerró los ojos. Nuestros labios permanecieron unidos unos cinco o seis segundos. El sol de principios de otoño proyectaba en sus mejillas la sombra de las pestañas, agitadas por un temblor casi imperceptible. Fue un beso dulce, cariñoso, sin ningún significado. De no haberme encontrado sentado en el terrado, al sol de la tarde, bebiendo cerveza y contemplando el incendio, no la hubiera besado, y creo que a ella le sucedía lo mismo. Al contemplar los tejados brillantes de las casas, el humo y las libélulas rojas, había brotado entre nosotros un sentimiento cálido e íntimo que, de manera inconsciente, habíamos deseado materializar. Así fue nuestro beso. Sin embargo, era un beso que no estaba exento de peligro.
* A las cinco le dije a Midori que me iba a trabajar y abandoné su casa. Le había propuesto salir a tomar algo, pero ella había rechazado mi invitación alegando que estaba esperando una llamada.
—Quedarme todo el día en casa esperando una llamada es algo que odio con todo el alma. Si estoy sola, me da la sensación de que voy pudriéndome y deshaciéndome, hasta convertirme en un líquido verdoso que es absorbido por la tierra. De mí sólo sobrevive la ropa. Ésta es la sensación que tengo cuando me quedo todo el día en casa esperando una llamada.
* Su belleza me emocionó. Me sorprendió que una mujer pudiera cambiar tanto en medio año. La nueva belleza de Naoko me seducía tanto, o más, que la anterior, pero, con todo, no pude reprimir un sentimiento de nostalgia al pensar en la que había perdido. En aquella belleza ensimismada propia de la adolescencia que había seguido su propio camino y jamás volvería.
* Caminé por un sendero bañado por la luz irreal de la luna, entré en el bosque, vagué por él sin rumbo. Bajo la luz de la luna, todos los sonidos tenían una extraña reverberación. El ruido amortiguado de mis pasos parecía llegar de lejos, cual si estuviera andando por el fondo del mar. A veces oía un ligero crujido a mis espaldas. En el bosque flotaba una tensión palpable, como si los animales nocturnos aguardaran, inmóviles, conteniendo la respiración, a que me alejara.
* Era hermosa como un ángel. Tenía una belleza angelical. Fue la primera y última vez en mi vida que vi una chica tan hermosa. Tenía el pelo largo y negro como la tinta china, los brazos y las piernas largos y gráciles, los ojos brillantes, los labios delgados y suaves como acabados de hacer. Al verla, me quedé sin habla. Cuando se sentó en el sofá de la sala de estar, la estancia parecía haberse transformado en otra mucho más lujosa. Si la mirabas de frente, quedabas deslumbrado. Tenías que entornar los ojos.
* Alargué el brazo e intenté tocarla, pero ella se echó hacia atrás. Los labios le temblaban. A continuación, alzó las dos manos y empezó a desabrocharse la bata. Tenía siete botones. Contemplé, cual si fuera una prolongación del sueño, cómo sus hermosos y delgados dedos iban desabrochándolos, uno tras otro. Una vez hubo soltado los siete pequeños botones blancos, Naoko, como una serpiente que se desprende de su piel, dejó que la bata se deslizara desde los hombros hasta la cadera y quedó completamente desnuda, pues no llevaba nada debajo. Lo único que tenía puesto era el pasador con forma de mariposa. Naoko, todavía arrodillada en el suelo, se quedó mirándome. Bañado por la suave luz de la luna, su cuerpo tenía el lustre de la carne recién nacida, y casi despertaba compasión. Al moverse —en un movimiento apenas perceptible—, las partes bañadas por la luz de la luna se desplazaron levemente, las sombras que teñían su cuerpo cambiaron de forma. Los pechos redondos y llenos, los pequeños pezones, la cavidad del ombligo, las caderas, el vello púbico, todas las texturas de aquella sombra cambiaron de forma, igual que las ondas sobre la superficie de un lago.
* «Ahora estoy haciendo el amor contigo. Estoy dentro de ti. Pero, en realidad, no tiene ninguna importancia. Tanto da. No deja de ser un coito. Al poner en contacto nuestros cuerpos imperfectos, no hacemos más que contarnos lo que no podríamos contarnos de otro modo. Y así adquirimos conciencia de nuestras respectivas imperfecciones»
Pensé en Naoko, en el cuerpo desnudo de Naoko con el pasador del pelo puesto. Imaginé la curva de su cintura y la sombra de su vello púbico. ¿Por qué se había desnudado delante de mí? ¿Estaba sonámbula? ¿O no había sido más que una fantasía? Con el paso del tiempo, conforme iba alejándome de aquel pequeño mundo, dudaba sobre si los sucesos de aquella noche habían sido reales. Si pensaba que habían ocurrido de verdad, me parecía que habían ocurrido de verdad; pero si pensaba que eran una fantasía, entonces me parecía que habían sido una fantasía. Para ser una ilusión, los detalles eran demasiado precisos; para ser reales, éstos eran demasiado hermosos. El cuerpo de Naoko y la luz de la luna.
* Hatsumi cruzó los brazos, cerró los ojos y se recostó en el asiento del taxi. Los pendientes de oro refulgían con el vaivén del vehículo. El vestido azul medianoche parecía haber sido confeccionado a propósito para la oscuridad del interior del taxi. Los labios bien delineados de Hatsumi, pintados en un tono pálido, temblaban como si ella misma temiera abrir la boca e iniciar un monólogo. Mirándola de aquella forma, comprendí por qué Nagasawa la había elegido para ser su novia. Quizás hubiera muchas mujeres más hermosas que Hatsumi y probablemente Nagasawa podía seducir a muchas de ellas. Pero Hatsumi poseía algo que hacía estremecer el corazón de las personas. No lo lograba con un gran despliegue de energía. La fuerza que emanaba de ella estaba escondida, pero despertaba la empatía en los demás. En el taxi, de camino a Shibuya, mientras la observaba, me pregunté qué era aquella emoción que yo sentía de pronto. Pero entonces no logré hallar la respuesta.
Diálogos resaltantes:
* Cuanto más conocía a Nagasawa, más extraño me parecía. A lo largo de mi vida, me había cruzado, había encontrado o conocido a muchas personas extrañas, pero jamás a nadie que lo fuera tanto. Leía muchísimo más que yo, pero tenía por principio no adentrarse en una obra hasta que hubieran transcurrido treinta años de la muerte del autor. «Sólo me fío de estos libros», decía.
—No es que no crea en la literatura contemporánea, pero no quiero perder un tiempo precioso leyendo libros que no hayan sido bautizados por el paso del tiempo. ¿Sabes?, la vida es corta.
—¿Y qué escritores te gustan? —le pregunté.
—Balzac, Dante, Joseph Conrad, Dickens —me respondió al instante.
—No son muy actuales que digamos.
—Si leyera lo mismo que los demás, acabaría pensando como ellos. ¡El mundo está lleno de mediocres! A la gente que vale la pena le daría vergüenza hacer lo que hacen ésos. ¿No te has dado cuenta, Watanabe? Los únicos medianamente decentes de toda la residencia somos tú y yo. El resto son basura.
—¿Por qué lo dices? —Me sorprendí.
—Porque lo sé. Lo llevan escrito en la cara. Basta con mirarlos. Además, nosotros dos leemos El gran Gatsby.
Hice un cálculo mental: «Todavía no han pasado treinta años desde la muerte de Scott Fitzgerald».
—Y qué más da. ¡Por dos años! —exclamó—. A un escritor tan extraordinario como él lo adelanto, y no hay más que hablar.
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—Oye, Watanabe… —me susurró al oído.
—Dime.
—¿Tienes ganas de acostarte conmigo?
—Claro —dije.
—¿Podrás esperar?
—Podré esperar.
—Antes de hacerlo quiero estar mejor. Encontrarme bien y convertirme en tu pasatiempo. ¿Podrás esperar hasta entonces?
—Claro.
—¿Se te ha puesto dura?
—¿La planta del pie?
—¡Tonto! —Naoko soltó una risita.
—Si te refieres a si tengo una erección, te diré que si. Claro.
—¿Te importaría dejar de decir «claro»?
—No lo diré más.
—¿No es penoso?
—¿El qué?
—Que se te ponga dura.
—¿«Penoso»? —repetí.
—Es decir, doloroso.
—Según como lo mires.
—¿Te ayudo a correrte?
—¿Con la mano?
—Sí —afirmó Naoko—. Desde hace rato se me está clavando aquí y me hace daño.
Me aparté un poco.
—¿Está mejor así?
—Sí, gracias.
—Escucha, Naoko…
—¿Qué?
—Me gustaría que lo hicieras.
—Bien. —Esbozó una sonrisa.
Me bajó la cremallera de los pantalones y asió mi pene erecto.
—Está caliente —dijo.
Se disponía a mover la mano cuando la detuve, le desabotoné la blusa, le rodeé la espalda con mis brazos, le desabroché el sujetador. Besé sus suaves pechos. Naoko cerró los ojos y empezó a mover los dedos despacio.
—Lo haces bastante bien.
—Sé buen chico y estate callado.
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—Watanabe, ¿sabes lo que más me gusta de las películas porno?
—No.
—Pues que cuando empieza una escena de sexo se oye cómo alrededor en la sala todo el mundo traga saliva. ¡Glups! —comentó Midori—. Me encanta ese ¡glups! ¡Es muy gracioso!
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Después entramos en un bar y tomamos una copa. Yo bebí un vaso de whisky, Midori, dos o tres copas de no sé qué cóctel. Al salir del local, se empeñó en trepar a un árbol.
—Por aquí no hay árboles. Además, estás demasiado borracha para subirte a uno —le advertí.
—Eres siempre tan sensato que acabas deprimiendo al personal. Estoy borracha porque me da la gana. ¿Pasa algo? Y, aunque lo esté, puedo subirme a los árboles. ¡Eso es! Me subiré a uno muy, muy alto y me haré pipí encima de la gente, como si fuera una cigarra.
—¿No será que tienes ganas de ir al baño?
—Sí.
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—El otro día me desnudé delante de la fotografía de mi padre. Le mostré mi cuerpo en una postura de yoga. «Mira, papá, esto son las tetas, esto el coño…»
—¿Y por qué lo hiciste? —le pregunté anonadado.
—Me apetecía mostrarle mi cuerpo. Total, la mitad de mi existencia es fruto de un espermatozoide suyo, ¿no? ¿Qué hay de malo en enseñárselo? «Ésta es tu hija.» Puestos a confesarlo todo, estaba borracha, lo cual me animó a hacerlo.
—Ah.
—Al llegar, mi hermana se quedó patidifusa. Me vio desnuda, abierta de piernas, delante de la fotografía de mi padre. Y claro, se sorprendió.
—No me extraña.
—Le expliqué mis razones. Le dije: «Hazlo tú también, Momo. Ven aquí, desnúdate y enséñaselo todo a papá». Pero ella no lo hizo. Se sorprendió y se fue. En estas cosas, es muy conservadora.
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—Cuéntame algo —dijo Midori presionando la cara contra mi pecho.
—¿Qué quieres que te cuente?
—Cualquier cosa. Algo que me haga sentirme mejor.
—Eres muy guapa.
—Midori. Pronuncia mi nombre.
—Eres muy bonita, Midori —corregí.
—¿Cuánto?
—Tan bonita como para hacer que las montañas se derrumben y el mar se seque.
Midori levantó la cabeza y me miró.
—¡Tus expresiones son muy peculiares! —comentó.
—Viniendo de ti, me quedo tranquilo —dije, riéndome.
—Dime más cosas bonitas.
—Me gustas, Midori.
—¿Cuánto?
—Me gustas como un oso en primavera.
—¿«Un oso en primavera»? —Midori volvió a levantar la cabeza—. ¿Qué es esto? ¡«Un oso en primavera»!
—Imagina que paseas sola por un prado y se te acerca un osito con la piel aterciopelada y unos ojazos. De pronto el osito te dice: «¡Buenos días, señorita! ¿Quiere usted rodar conmigo?». Entonces tú y el osito os pasáis el día entero rodando abrazados por una ladera sembrada de tréboles. Es bonito, ¿no?
—Muy bonito.
—Pues a mí me gustas tanto como eso.
Midori me abrazó con fuerza.
—Es lo mejor que he oído nunca —agradeció—. Si tanto te gusto, ¿harás caso de cualquier cosa que te diga? ¡Y no te enfades!
—Claro.
—¿Me cuidarás siempre?
—Claro. —Y le acaricié su pelo corto, parecido al de un bebé—. Todo irá bien. No te preocupes por nada.
—Tengo miedo —dijo Midori.
La abracé con dulzura hasta que sus hombros empezaron a subir y bajar rítmicamente y empezó a oírse la respiración del sueño.


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Your Name cuenta una trama que es atractiva tanto a jóvenes como a adultos. Parte de dos personajes: Taki, un chico de Tokio que busca entrar en una prestigiosa universidad; y Mitsuha, una joven cuyo sueño es escapar del pueblo en el que vive, para trasladarse a Tokio. Sus destinos se cruzan cuando, después de una noche, descubren que se han intercambiado sus cuerpos, y que al día siguiente vuelven a sus vidas. Esto sucede de manera aleatoria, sin ningún patrón de actuación y sin razón aparente. En este marco, la comprensión hacia la otra persona y el intento de mejorar su vida llevará a que poco a poco vayan desarrollando sentimientos mutuos.
La única manera que tienen los protagonistas de comunicarse es a través de sus teléfonos móviles, detalle que más adelante puede hacer que algún espectador suspicaz pueda pensar en que esto es una paradoja temporal, ya que el tiempo que separa a los dos protagonistas es de nada menos que tres años.


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Esta no es una historia que aborde la transexualidad, como se ha comentado en diferentes medios: es otra. El trasfondo que tiene es el de la “leyenda del hilo rojo”, de origen sintoísta, la cual cuenta que si dos personas están unidas por un fino hilo rojo, éstas están destinadas a acabar encontrándose, sea cual sea la circunstancia y sin importar el camino que haya que recorrer. Y sin embargo, esta no es una historia meramente adolescente. En ella, el peso de la tradición es enorme, e incluso la política juega su baza.
No diremos nada para no desvelar aspectos importantes de la trama, pero sí podemos añadir que incluso la naturaleza tiene un papel trascendental como motor de la historia. Los elementos más importantes de la ficción japonesa, como la ya mencionada naturaleza, la tradición o la cotidianeidad de la vida que rodea a los protagonistas, están reflejados y tienen su importancia. Y por encima de ello, cabe señalar que es el tiempo el principal protagonista del concepto. Los tres años que separan a Taki de Mitsuha pueden volverse maleables, creando, como decíamos antes, una paradoja ante la que no hay una explicación sencilla.


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El director del film y creador de la idea, Makoto Shinkai. Fuente: https://myanimelist.net/


Un Makoto Shinkai “Murakamiano”
¿Quién es el genio que se encuentra detrás de esta idea? Pues es Makoto Shinkai, un animador que ya ha perdido la etiqueta de joven promesa para adquirir la eterna carga de ser el “nuevo Miyazaki”. Licenciado en literatura japonesa, asegura verse influenciado por autores de la talla de Yukio Mishima, Banana Yoshimoto o, como era de esperar, Haruki Murakami, del que se considera fan incondicional.
Sus primeros contactos con el mundo de la animación llegaron de la mano de Konami, que le contrató para hacer clips de videojuegos a mediados de la década de los noventa del siglo pasado. A finales de la misma, cuenta con sus primeros cortos y con sus primeros comerciales dirigidos, pero no será hasta la salida de El lugar que nos prometimos cuando su nombre empiece a sonar con asiduidad. Por cierto, esta película guarda ciertas similitudes con Your Name, de la misma manera en que las novelas de Murakami guardan elementos similares entre si.
Junto a su carrera como animador, director y guionista, aflora en él una vertiente ya comentada, pero que no había potenciado aún. Es por ello que, cuando estrena su segundo film, 5 centímetros por segundo, además del largometraje, la historia viene contada en una novela escrita por él mismo, junto con un manga a modo de antología. Al estreno de su cuarta película, El jardín de las palabras, Shinkai ya tiene la soltura necesaria para ser capaz de contar la misma historia en tres soportes diferentes: película, novela y manga.


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Hirokazu Koreeda es una de las grandes influencias de Shinkai. Fuente: http://www.tomatazos.com/

Sus historias giran, en su mayoría, en torno a un drama romántico propio del cine japonés, siendo seguidor de directores como Hirozaku Kore-eda, Naomi Kawase o Ataru Oikawa. En ellas, pese a que el drama adolescente pueda parecer enfocado a un público de una franja de edad marcada, Shinkai eleva el discurso de una manera que lo hace accesible para los adultos, sin que los más jóvenes pierdan la atención. En sus historias no veremos violencia desmedida, ni medidas corporales desmesuradas. En cambio, encontraremos muy buen gusto a la hora de confeccionar los diálogos, en los que cada palabra es creíble y está medida. En definitiva, hablamos de un shôjo con tintes de ciencia ficción, enmarcados en un contexto que funciona como nexo por su extremo parecido —como viene siendo habitual en la ficción japonesa— con la realidad. De hecho, la delicadeza con la que está hecho el dibujo puede actuar de trampantojo al espectador menos atento y hacerle confundir un plano con una fotografía.
En novelas como Tokio Blues1Q84 o Crónica del pájaro que da cuerda al mundo, nos encontramos con personajes sufridores de crisis existenciales que habitualmente se suelen resolver con viajes en los que la búsqueda del ser querido suele ser el eje central de la trama. Murakami entiende el viaje fuera de la zona de confort como una forma de desencadenar toda la acción, y la espera de muchas de sus otras novelas como un viaje interno destinado a la reflexión en la búsqueda de la solución a un conflicto. El viaje que Shinkai tiene pensado para Taki es más parecido al primero, aunque no daremos más detalles por motivos obvios.


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Los viajes son fundamentales a la hora de entender el universo de Murakami. Fanart de 1Q84 de https://kimmypocket.wordpress.com/

Sin embargo, hay más similitudes con la obra de Murakami.  En las novelas de este, habitualmente es un personaje femenino el que mueve la trama y la lleva hasta el desenlace. En 1Q84, Aomame es, de los tres protagonistas, la que se encuentra constantemente avanzando para llevar la historia hacia el desenlace, mientras que en Tokio Blues son hasta cuatro las mujeres que dan personalidad al protagonista y lo motivan a seguir adelante. Son solo un par de ejemplos, pero exceptuando en sus primeros trabajos, esta máxima se repite casi siempre como un mantra. En Your Name esta situación se da, hasta el punto de que la trama parece encallarse cuando uno de los personajes principales desaparece sin dar explicaciones.
El estilo de su escritura es directo, sin apenas descripciones y buscando la universalidad de su discurso, una práctica que el bestseller nipón lleva a rajatabla dada su profesión como traductor de autores como Raymond Chandler o Paul Auster. Shinkai comprende que, para llegar a más personas, es necesario hacer un discurso accesible, aunque la novela sea, digámoslo así, un complemento a la película.
Aunque el parecido con Murakami no sea tangible como tal, al espectador más observador podrá parecerle curiosa esta lista de similitudes.


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Fragmento de la película. Fuente:. https://www.theatlantic.com/


Conclusiones
Para finalizar, me gustaría que se entendiese la importancia de la universalidad en el mensaje de Shinkai, lo que es, sin duda alguna, la pieza esencial del éxito de YourName.
De nada sirven los premios, los contactos o los apelativos cariñosos —recuerden, el “nuevo Miyazaki”— si no hay una labor detrás. Y Shinkai ha cuidado cada uno de los ejes de la película: una banda sonora encargada personalmente a la banda Radwimps que es exquisita, una asociación con el escritor y productor Genki Kawamura que les ha servido a ambos para quitarse la etiqueta de “promesas”, un dibujo que lleva el realismo al extremo y una historia atractiva y novedosa. Y sin embargo, si el tono o la forma de transmitir la historia son erróneas, todo el trabajo puede echarse a perder.
Por suerte, no ha sido así. Makoto Shinkai ha encontrado la manera de hacer que todo estuviese a su favor. La manera de transmitir la trama ha atraído a críticos y a estudiantes, a adultos y a jóvenes, a fans de la cultura japonesa y a espectadores desconocedores del género. Y ha conseguido que una película de animación con una trama dramática y tintes shôjo sea capaz de interesar tanto a seguidores del cine live actioncomo a seguidores de historias con más acción.
Toda la crítica se ha volcado, colmando tanto a la película, como al director, como a los productores, como a la banda sonora con premios en todos los festivales de cine más importantes de Asia. Es una de las películas de animación más premiadas de la historia, y habría que ver si no es la que más. Los premios son la guinda de un pastel en forma de reconocimiento a todo un tótem de la animación que consagra a sus creadores.
Tenemos la fortuna de contar con un Shinkai en estado de gracia, tanto en formato film como en formato novela —no he tenido la oportunidad aún de leer el manga. La asociación con Kawamura parece que durará mucho más tiempo, y gracias a su juventud, podemos afirmar que tendremos más de este director durante un largo periodo. Esperemos que siga siendo una cascada de ideas y que se mantenga a un nivel tan bueno como el que nos viene regalando… porque lo que ha hecho con el concepto de Your Name es hacernos un auténtico regalo a todos.

viernes, 14 de enero de 2022

Placebo

PLACEBO
Placebo es una banda de rock alternativo formado en 1994 en Londres, Inglaterra. Fue creada por Brian Molko y Stefan Olsdal, quienes habían ido a la misma escuela pero no habían cruzado palabra hasta que un día se encontraron en la estación South Kensington del tren subterráneo de Londres. Poco después decidieron crear un grupo ya que compartían gustos musicales y decidieron llamarlo Ashtray Heart (corazón de cenicero), más tarde cambiarían el nombre por Placebo.
Actualmente, los miembros son Brian Molko (voz, guitarra, armónica, teclado, saxofón), Stefan Olsdal (guitarra, bajo, coros, teclado) y Steve Forrest (batería, percusión, coros).


CANCIÓN I´LL BE YOURS.
“Una canción inquietante. La compuse, al igual                que “Protect me from what I want” durante la época de Black Market Music. Ambas canciones salieron de mí inconscientemente. En ese momento me sentía débil. Estaba pasando por una dolorosa separación y necesitaba expresarlo. La canción habla de alguien que quiere sumergirse completamente en otra persona en el nombre del amor. Es algo de lo que yo he sido receptor y da miedo.”
BRIAN MOLKO (2003)
I´LL BE YOURS.w
Seré tu agua
Bañándote y limpiándote
Tu paz líquida
Seré tu éter
Me respiraras
No me soltaras
Porque te he visto sufrir
Te he visto llorar durante toda la noche
Así que seré tu agua
Bañándote y limpiándote con líquido azul
Seré tu padre
Seré tu madre
Seré tu amante
Seré tuyo…
(x2)
Seré tu licor
Bañando tu alma en un jugo que es puro
Seré tu ancla
Nunca abandonarás estas orillas que curan
Te he visto sufrir
Te he visto llorar durante días y días
Así que seré tu licor
Los demonios se ahogaras y flotarán lejos
Seré tu padre
Seré tu madre
Seré tu amante
Seré tuyo
(x2)
Tu hijo de puta
Tuyo…