miércoles, 25 de enero de 2017

2 Realismo inglés

2. Novelistas ingleses



Charles Dickens (1812-1870), hijo de un burócrata derrochador que fue encarcelado por deudas, y nieto de criados, vivió una dura infancia en la que llegó incluso a jornadas de trabajo manual. Empezó su juventud como periodista de tribunales. Más tarde desarrolló obras de estampas de costumbres de espléndida vivacidad: sus obras son como fotografias literarias y él nos hace ver como nadie las maneras, los gestos, y los dichos de la sociedad en que vivió.
La época a la que pertenece la obra de Charles Dickens, Oliver Twist, es la victoriana inglesa que quizá tenga su mayor expresión en la novelística de este autor. Es la época de la primera industrialización inglesa: surgen grandes núcleos fabriles, con una población tan numerosa como miserable de trabajadores, sometidos a una explotación que inspiraría muchas de sus reflexiones a Marx y Engels. En especial, el trabajo infantil en las minas y las fábricas quedaría como uno de los episodios más dolorosos en la historia de la laboriosidad humana.
Oliver Twist es un excelente reflejo de la sociedad tanto de la sociedad marginal de la época, como de los hombres acomodados.
Esta obra de Dickens fue publicada originalmente como novela por entregas en la revista Bentley's Miscellany entre los años 1837 y 1838. En este último año, se editó toda la novela en un solo volumen.
Oliver Twist es la historia de un pequeño huérfano que vive desde prácticamente su nacimiento una series de vicisitudes y obstáculos para poder subsistir y progresar en la vida. La superación de estas barreras morales y sociales la logra con ingenio y suerte hasta que al final se ve realizado como persona encontrando su sitio en la sociedad que por derecho le correspondía y que le había sido arrebatado desde su nacimiento.



Oliver Twist (fragmento)

" Un espeso vaho se levantaba perpetuamente de los humeantes cuerpos del ganado y se mezclaba con la niebla, que parecía descansar sobre los extremos de las chimeneas, colgando pesadamente sobre ellas...Campesinos, carniceros, rebaños, mercaderes, muchachos, desocupados y vagabundos de baja estofa, se mezclaban en una masa densa. Los silbidos de los que llevaban los rebaños, el ladrido de los perros, los mugidos de los bueyes, el balido de los corderos, el gruñido y chirrido de los cerdos, las exclamaciones de los mercachifles, los gritos, interjecciones y peleas por todos los lados, el tañido de las campanas, un estruendo de voces que salían de las tabernas; la muchedumbre empujando, moviéndose y golpeando, insultando y chillando. Tentadoras provisiones de todo cuanto puede estimular el hastiado apetito y dar nuevo realce al frecuentemente repetido festín; vasijas de bruñido oro y plata, forjados en las más exquisitas formas de vasos, platos y gobeletes; escopetas, espadas, pistolas y otros instrumentos de muerte, hierros para los encorbados, pañales para los recién nacidos, pócimas para los enfermos, cajas para los muertos, cementerios para los enterrados, todas esas cosas se mezclaban una con otra y al congregarse parecían deslizarse rápidamente en una abigarrada danza. "



(...)
       En Londres
Débil de la reciente enfermedad, atolondrado por los golpes y por lo inesperado del ataque, aterrado por los feroces gruñidos del perro y por la brutalidad de aquel hombre, y abrumado al pensar que los espectadores estaban convencidos de que era, realmente, un miserable sin sentimientos, ¿qué podía hacer un pobre muchacho? La noche había cerrado; el lugar era inmundo; ningún socorro podía llegarle; era inútil toda resistencia. Un momento más y se vio arrastrado por un laberinto de tenebrosas y angostas callejuelas, obligado a marcar a un paso que hacían absolutamente ininteligibles los pocos gritos que se atrevía a lanzar. En verdad, poco importaba que se oyeran o no, pues no había nadie que los escuchase, por muy agudos que fueren.

Ya se habían encendido los mecheros de gas; mistress Bedwin esperaba angustiosamente en la puerta; la criada había recorrido la calle veinte veces para ver si encontraba a Oliver, y los dos ancianos continuaban perseverantes, sentados en el oscuro gabinete con el reloj entre ambos.

Las aventuras de Oliver Twist, Charles Dickens (cap. 15)

Película    Primeros minutos: erl orfanato

19  palizas
27 Londres
31 hampa

1:34 nieblas
42 robo


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