miércoles, 11 de marzo de 2015

Aleixandre y Luis Cernuda poetas del amor


  • Vicente Aleixandre.

La poesía del Premio Nobel de Literatura presenta una fuerte unidad, definida por Carlos Bousoño, como la “solidaridad amorosa con todo lo creado”. Aunque catalogado por algunos críticos como surrealista, con Aleixandre sucede como con otros maestros: las etiquetas no le definen, sino que dan de él una visión imperfecta, parcial.
Su poesía tiene ciertos rasgos muy particulares:

    • El versículo largo y sonoro.
    • La comparación –símil- frecuente.
    • Vocativos precedidos por la exclamación ohh.
    • Gran número de negaciones.
    • Empleo de la conjunción con valor copulativo (así, por ejemplo, en el título de la obra La destrucción o el amor).

Son varios los títulos que debe destacarse, a través de los cuales se observa como Aleixandre parte, temáticamente, del cosmos, dirigiendo su preocupación y mirada poética –de forma paulatina- hacia el ser humano, el hombre. Así, en la primera etapa, donde expresa el autor su cosmovisión personal a través de técnicas surrealistas, caben destacar “Pasión en la tierra”, “La destrucción o el amor”.
Sombra del paraíso” es una obra en la que ya se advierte la humanización temática, dominante ya en la obras “Historia del corazón”, 1954 y “En un vasto dominio”, 1962.
Tal proceso de humanización temática le llevará a que sea objeto de la poesía su propia vida, como ocurre en “Poemas de la consumación”, 1968, “Diálogos del conocimiento”, 1974, títulos en los que reflejan influencias de la mística de San Juan.



SE QUERÍAN

Se querían.
Sufrían por la luz, labios azules en la madrugada,
labios saliendo de la noche dura,
labios partidos, sangre, ¿sangre dónde?
Se querían en un lecho navío, mitad noche, mitad luz.

Se querían como las flores a las espinas hondas,
a esa amorosa gema del amarillo nuevo,
cuando los rostros giran melancólicamente,
giralunas que brillan recibiendo aquel beso.

Se querían de noche, cuando los perros hondos
laten bajo la tierra y los valles se estiran
como lomos arcaicos que se sienten repasados:
caricia, seda, mano, luna que llega y toca.

Se querían de amor entre la madrugada,
entre las duras piedras cerradas de la noche,
duras como los cuerpos helados por las horas,
duras como los besos de diente a diente solo.

Se querían de día, playa que va creciendo,
ondas que por los pies acarician los muslos,
cuerpos que se levantan de la tierra y flotando...
Se querían de día, sobre el mar, bajo el cielo.

Mediodía perfecto, se querían tan íntimos,
mar altísimo y joven, intimidad extensa,
soledad de lo vivo, horizontes remotos
ligados como cuerpos en soledad cantando.

Amando. Se querían como la luna lúcida,
como ese mar redondo que se aplica a ese rostro,
dulce eclipse de agua, mejilla oscurecida,
donde los peces rojos van y vienen sin música.

Día, noche, ponientes, madrugadas, espacios,
ondas nuevas, antiguas, fugitivas, perpetuas,
mar o tierra, navío, lecho, pluma, cristal,
metal, música, labio, silencio, vegetal,
mundo, quietud, su forma. Se querían, sabedlo.




  • Luis Cernuda (1902-1963)
Considerado el primer autor español en tratar el amor del hombre por el hombre,; este hecho, y las fechas en que publica dichos libros, 1931, otorgan al sevillano un valor intrínseco a su obra.
No obstante, su primer libro, “Perfil del aire”, 1925, no fue excesivamente bien acogido, recelando entonces el poeta de publicar más libros. Así, varias obras, entre ellas “Los placeres prohibidos”, “Un río, un amor” serían publicados junto “La realidad y el deseo”, en 1936.
Sus temas principales son, por un lado, la contemplación gozosa del cuerpo masculino, y por otro, la insatisfacción, motivada en primer lugar por su condición sexual, aunque posteriormente la considerase inherente al ser humano. Esa misma insatisfacción será vertida en los subtemas poéticos siguientes: el paraíso perdido de la infancia, el amor insatisfecho, el exilio provisional que sería definitivo, y por último, el destino inevitable del poeta.
En cuanto a su estilo, inicialmente cercano a la poesía pura y al surrealismo, iría adoptando un estilo neorromántico expresado en un tono coloquial.

Algunas de sus obras fundamentales son “Desolación de la quimera”, 1962, “Las nubes”, 1942, “Como quien espera al alba”, 1947, y el conjunto de poemas en prosa “Ocnos”.

Si el hombre pudiera decir lo que ama,

si el hombre pudiera levantar su amor por el cielo
como una nube en la luz;
si como muros que se derrumban,
para saludar la verdad erguida en medio,
pudiera derrumbar su cuerpo,
dejando sólo la verdad de su amor,
la verdad de sí mismo,
que no se llama gloria, fortuna o ambición,
sino amor o deseo,
yo sería aquel que imaginaba;
aquel que con su lengua, sus ojos y sus manos
proclama ante los hombres la verdad ignorada,
la verdad de su amor verdadero.
Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguien
cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío;
alguien por quien me olvido de esta existencia mezquina
por quien el día y la noche son para mí lo que quiera,
y mi cuerpo y espíritu flotan en su cuerpo y espíritu
como leños perdidos que el mar anega o levanta
libremente, con la libertad del amor,
la única libertad que me exalta,
la única libertad por que muero.
Tú justificas mi existencia:
si no te conozco, no he vivido;
si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido.
Donde habite el olvido
I
Donde habite el olvido,
En los vastos jardines sin aurora;
Donde yo solo sea
Memoria de una piedra sepultada entre ortigas
Sobre la cual el viento escapa a sus insomnios.
donde mi nombre deje
Al cuerpo que designa en brazos de los siglos,
Donde el deseo no exista.
En esa gran región donde el amor, ángel terrible,
No esconda como acero
En mi pecho su ala,
Sonriendo lleno de gracia aérea mientras crece el tormento.
Allá donde termine ese afán que exige un dueño a imagen suya,
Sometiendo a otra vida su vida,
Sin más horizonte que otros ojos frente a frente.
Donde penas y dichas no sean más que nombres,
Cielo y tierra nativos en torno de un recuerdo;
Donde al fin quede libre sin saberlo yo mismo,
Disuelto en niebla, ausencia,
Ausencia leve como carne de niño.

Allá, allá lejos;
Donde habite el olvido.



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