Lana del Rey canta a la tristeza del Verano
Bartleby publica en edición bilingüe una nueva traducción de los Sonetos de Shakespeare, que cumplen este año cuatro siglos de controversias y enigmas. Son 154 textos de una belleza turbulenta, como explica el traductor de unos textos que tienen una estructura muy distinta de la estrofa que crearon los poetas napolitanos del Trecento. El soneto isabelino inglés no tiene dos cuartetos y dos tercetos, sino tres serventesios y un pareado cuya autonomía formal sirve para introducir un comentario, para resaltar una variación, un contraste de tono, un contrapunto o un anticlímax.
Y ahí siguen, tan frescos después de tanto tiempo, tan desafiantes, tan resistentes al asedio crítico. Como todos los clásicos de verdad, son el mapa de un terreno minado, de un territorio propicio a la conjetura. Todo es aquí indicio e incertidumbre: desde la dedicatoria de la primera edición de 1609 a un misterioso Mr. W. H. a la ambigüedad sexual a la que alude la voz lírica que habla en ellos, alusiva y elusiva, de secretas complicidades y connotaciones
Amor y temporalidad, espiritualidad y grosería, y una variedad de tonos que van de lo retórico a lo coloquial conviven en estos textos que provocan constantes perplejidades en torno a un triángulo amoroso rodeado de misterio.
Los 126 primeros sonetos se dirigen a un desconocido y opaco Fair Youth, un amor platónico del que no sabemos nada, salvo que ese muchacho responde al ideal de belleza femenina inaccesible del petrarquismo, al que compara en el delicado soneto 18 con un día de verano:
Shall I compare thee to a summer's day?
Thou art more lovely and more temperate:
Rough winds do shake the darling buds of May,
And summer's lease hath all too short a date.
Como ignoramos todo acerca de la Dark Lady, la dama oscura que inspira los textos numerados entre el 127 y el 152 -los que describen una sexualidad explícita- o los que aluden al Rival Poet (¿Marlowe?, ¿Chapman?, ¿ninguno de los dos?).
No es raro, pues, que estos Sonetos hayan provocado una diversidad de enfoques que van desde el estructuralismo a la crítica biográfica o psicoanalítica, pasando por la social o la feminista, sin que ninguna de esas direcciones los explique en todos sus matices.
La traducción de Christian Law Palacín tiene que enfrentarse -como siempre con estos textos- al problema del monosilabismo del inglés y lo resuelve con un endecasílabo blanco que sacrifica algo del sentido, pero mantiene la ligereza del ritmo original de los pentámetros yámbicos frente a la solución del alejandrino por el que optan otros traductores. Es una opción arriesgada que facilita la lectura y lo agradece el lector. Quienes los traducían en prosa se evitaban pasar por este trance, pero el resultado es hoy directamente ilegible.
William Shakespeare /
Shakespeare Sonetos
SONNET 18
Shall I compare thee to a summer’s day?
Thou art more lovely and more temperate:
Rough winds do shake the darling buds of May,
And summer’s lease hath all too short a date:
Sometime too hot the eye of heaven shines,
And often is his gold complexion dimmed;
And every fair from fair sometime declines,
By chance, or nature’s changing course, untrimmed:
But thy eternal summer shall not fade,
Nor lose possession of that fair thou ow’st;
Nor shall Death brag thou wander’st in his shade
When in eternal lines to time thou grow’st:
So long as men can breathe or eyes can see,
So long lives this, and this gives life to thee.
¿Cómo puedo compararte a un día de verano?
tu arte tiene más belleza y más suavidad:
el viento violento hace temblar los bellos brotes de mayo
y el verano tiene una fecha de duración muy corta:
A veces el ojo solar brilla demasiado;
y a menudo se atenúa su tez dorada;
todo lo bueno declina alguna vez;
por casualidad o por el curso de la naturaleza cambiante;
Pero el eterno verano no puede desvanecerse
ni tu perder esta belleza que posees
ni la muerte alardear de que ensombrece tus pasos
cuando crezcas en líneas inmortales
tanto tiempo como hasta que los hombres dejen de ver o respirar
tanto tiempo vive esto y esto te da vida .
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