viernes, 4 de octubre de 2019

trainspotting




Trainspotting

  • Irvine Welsh
  • Editorial: Anagrama
  • Por qué 'Trainspotting' nos sigue volando la cabeza 20 años después

    Ahora que acaba de comenzar a rodarse su secuela, repasamos doce razones por las que la obra de Danny Boyle sigue siendo la película clave y generacional de los 90


    Un fotograma de 'Trainspotting'


    Es prácticamente indiscutible la huella prolongada que el film inglés dejó a toda una generación de jóvenes imberbes, vírgenes del exterior encerrados en sus burbujas de inocencia. Ese retrato de la juventud escocesa descarrilada abocándose al Dead End Street de la heroína, los trapicheos ilícitos y el peso de un destino funesto de difícil esquive en el Edimburgo de los projects dinamitó el caparazón de la ingenuidad, la decencia y la corrección. Veinte años después de la explosión, algunos de sus trozos siguen incrustados en las capas más profundas de la piel de los cinéfilos.
    El huracanado y vertiginoso estilo visual de Danny Boyle, al servicio de una aproximación sin velos a la juventud británica desheredada estampándose contra la resaca del segundo verano del amor, dejó algunos de los fogonazos cinematográficos más imborrables de la década de los 90.
    Esta misma semana ha comenzado el rodaje de su secuela, basada en la novela Porno de Irvine Welsh, en la que nos reencontraremos con esos personajes carismáticos y las secuelas que el tiempo habrá esculpido en sus cuerpos y almas. Pero junto a esa buena noticia y a la incertidumbre que genera no saber si el combo Boyle-Welsh mantendrá intacto su tino tras el largo silencio, indagamos en los factores que convirtieron a la película de 1996 en uno de esos escasos films que han marcado a toda una generación.
    A la espera del estreno de la continuación en salas en algún punto del 2017, estas son las claves para revisar la película que cambió la industria británica y desconfiguró la realidad de muchos.
    1- Retrato generacional
    El trabajo de Boyle permanece como una instantánea del espíritu inglés de finales de los 80 y principios de los 90. Un retrato generacional de los jóvenes salientes de los escombros de la era Tatcher, en concreto, de los olvidados del repunte del orgullo británico, los jóvenes periféricos, los enquistados en las zonas más deprimentes y desoladas de la Inglaterra post-Thatcher.
    2- Latir emocional, anímico, cultural, musical y social de un periodo
    No es nada fácil capturar el estado anímico de una nación, tampoco el que afecta al segmento marginal de esta. Sin embargo, Welsh, y luego Boyle, fueron capaces de capturar la frustración vital, ese desarraigo social y emocional de una juventud perdida abocada a ahogar ese malestar inherente en las mismas agujas que Renton y su cuadrilla de yonquis se intercambian.
    3- La heroína, la droga que carga el diablo
    En su día se tildó a la película de glamourizar el consumo de drogas, pero la intención real del director de Millones fue la de abordar el asunto con honestidad, sin moralejas, cogiendo el brazo del espectador para hacerlo partícipe en las subidas y bajadas de la adicción al jaco. Desde los gozos, hasta los sinsabores más amargos, y los estragos más irremediables. En ese sentido, la película sigue siendo una pericia en cómo zigzaguear entre la comedia y el drama.
    4- Una patada al cine social británico
    El tema de las drogas, las clases deprimentes y sus conflictos, el angst de la clase baja, había estado siempre presente en los patios traseros del cine social inglés, con Ken Loach y Mike Leigh como los dos máximos cultivadores. Sin embargo, la aproximación propuesta por Boyle implosionó encima de los preceptos del cinema verité y el free cinema para, desde las ruinas, construir una fórmula utilizada después con asiduidad, que mezclaba la fantasía cool (con unas alegorías visuales sobre el ciego y los sobreefectos causados por la heroína que siguen tocadas por la genialidad) y el realismo más sucio. Un aire fresco que se propagaría por diferentes puntos cardinales.
    5- Puertas abiertas
    Sin esos aires que cargaban un estilo rabioso y una valentía temática pocas veces vistas, no se podría entender el sinfín de obras que la siguieron: Snatch: cerdos y diamantesThe Acid HouseLock and StockThis is England, incluso Requiem por un sueño. El estilo de Boyle, ya destapado en su ópera prima (A tumba abierta), ha sido un carnet de afiliación para compatriotas como Shane Meadows o Guy Ritchie.
    6- Lust for Life en el arranque
    La secuencia inicial con el personaje de McGregor corriendo a ritmo de Lust for Life de Iggy Pop es parte de la videoteca mental de muchos cinéfilos.
    7- Irvine Welsh
    Han transcurrido 23 años desde que Irvine Welsh, quien por aquel entonces contaba con 34 tacos, saliera de la nada para entregar el manuscrito que propició el alumbramiento de la película aquí tratada. Afincado actualmente en Chicago, el escritor escocés ha seguido desmenuzando la sociedad inglesa y sus almas más desarraigadas con una obra prolífica, donde habitualmente mezcla personajes aparecidos en otras de sus novelas. Porno (2002) es la obra que recupera los personajes de Trainspotting y que propicia esta secuela en ciernes.
    8- Danny Boyle 
    Ganador de un Oscar por Slumdog Millionaire, el director inglés Danny Boyle se ha encumbrado como uno de los directores más solicitados. Tras el éxito de Trainspotting permaneció en su tierra alternando films modestos, contenedores de una valentía formal y de contenido que parece haber perdido en sus últimos lances, con films de apoyo industrial. 
    9- El elenco actoral
    El film también supuso el trampolín para todo su elenco actoral. Especialmente para su protagonista, un Ewan McGregor convertido en estrella del cine de la noche a la mañana...y en Obi-Wan Kenobi. Aunque su caché se ha reducido un poco en los últimos años, su rostro sigue siendo una llamada para la taquilla. Ahora además busca ampliar su talento probando suerte en la dirección – este año estrenará American Pastoral, adaptación de la novela homónima de Philip Roth. La carrera de Robert Carlyle, el temperamental Francis Begbie, no ha sido tan lustrosa como la de McGregor pero su rostro también ha sido parte habitual del cine británico de los últimos 20 años. No ha tenido la misma suerte Jonny Lee Miller, que se ha tenido que contentar con roles secundarios y papeles en series de televisión. Otra cara curtida que aparecía en la película, un Peter Mullan interpretando al camello que les suministra los chutes, se ha convertido en uno de los mejores actores británicos de su generación, habitual del cine de Loach, y un digno seguidor de la corriente del cine social inglés en labores como director. 
    10- 'The Worst Toilet in the World'
    Ni el Poly Klyn más apestoso de Glastonbury, ni el baño del tugurio más impracticable....nadie - no, ni incluso Pete Doherty - ha pisado un baño como el “The Worst Toilet of Scotland”. Esa letrina rodeada de heces en la que Renonse sumerge oníricamente para recuperar los supositorios no puede tener una réplica en la vida real pero ya forma parte del imaginario del mundo occidental, especialmente cada vez que nos da un apretón en el lugar más inapropiado. Ya podía ser de chocolate el atrezzo, que esa imagen no la borra nadie.
    11- Una banda sonora para enmarcar
    Al citado Iggy Pop, hay que sumar Brian Eno, Lou Reed, David Bowie en otras secuencias para el recuerdo. Una score que mezclaba caminantes curtidos en los campos de opiáceos con nombres claves que despuntaban en la música de la época: Elastica, Blur, Damon Albarn, Underworld, Primal Scream, Pulp... En efecto, una banda sonora de órdago.
     12- ...y el monólogo inicial:
    "Elige la vida. Elige un empleo. Elige una carrera. Elige una familia. Elige un televisor grande que te cagas. Elige lavadoras, coches, equipos de compact disc y abrelatas eléctricos. Elige la salud, colesterol bajo y seguros dentales. Elige pagar hipotecas a interés fijo. Elige un piso piloto. Elige a tus amigos. Elige ropa deportiva y maletas a juego. Elige pagar a plazos un traje de marca en una amplia gama de putos tejidos. Elige bricolaje y preguntarte quién coño eres los domingos por la mañana. Elige sentarte en el sofá a ver tele-concursos que embotan la mente y aplastan el espíritu mientras llenas tu boca de puta comida basura. Elige pudrirte de viejo cagándote y meándote encima en un asilo miserable, siendo una carga para los niñatos egoístas y hechos polvo que has engendrado para reemplazarte. Elige tu futuro. Elige la vida... ¿pero por qué iba yo a querer hacer algo así? Yo elegí no elegir la vida: yo elegí otra cosa. ¿Y las razones? No hay razones. ¿Quién necesita razones cuando tienes heroína?"

Sinopsis
Muy pocas veces alguien se atrevió a recomendar tan fervientemente una novela. «Merece vender más ejemplares que la Biblia», afirmó Rebel Inc., una insolente revista literaria escocesa. De inmediato celebrada por los críticos más estrictos pero leída también por aquellos que raramente se acercan a los libros, "Trainspotting" se convirtió en uno de los acontecimientos literarios y también extraliterarios de la última década. Fue rápidamente adaptada al teatro y luego llevada a la pantalla por Danny Boyle, uno de los jóvenes prodigio del cine inglés. Sus protagonistas son un grupo de jóvenes desesperadamente realistas, ni se les ocurre pensar en el futuro: saben que nada o casi nada va a cambiar, habitantes del otro Edimburgo, el que no aparece en los famosos festivales, capital europea del sida y paraíso de la desocupación, la miseria y la prostitución, embarcados en una peripecia vital cuyo combustible es la droga, «el elixir que les da la vida, y se la quita». Welsh escribe en el áspero, colorido, vigoroso lenguaje de las calles. Y entre pico y pico, entre borracheras y fútbol, sexo y rock and roll, la negra picaresca, la épica astrosa de los que nacieron en el lado duro de la vida, de los que no tienen otra salida que escapar, o amortiguar el dolor de existir con lo primero que caiga en sus manos.
El escritor británico Irvine Welsh, ayer en Gijón.ENTREVISTA:IRVINE WELSH | ESCRITOR

"Antes prohibían 'Trainspotting' y ahora es lectura obligada en clase

"entrevista



ENTREVISTA:IRVINE WELSH | ESCRITOR

"Antes prohibían 'Trainspotting' y ahora es lectura obligada en clase"


No es fácil labrarse una sólida carrera de escritor cuando tu primera novela se convierte en obra de referencia para una generación. Y menos cuando ésta es la llamada Generación E (de éxtasis). Trainspotting, escrito por Irvine Welsh en 1993, fue más que un bombazo editorial. Fue el retrato de una juventud hija de la clase trabajadora pero mucho más interesada en pasárselo bien que en trabajar. Y también fue la demostración de que a esa generación le quedaba algo de su malgastado tiempo para leer. Vendió más de un millón de ejemplares sólo en Reino Unido, se tradujo a más de 30 idiomas y sigue siendo hoy -¿quién hará estos estudios?- el libro más robado de la historia en las librerías británicas.
Pero el tiempo pasa. "Voy a ser igual que vosotros", decía un Renton redimido al final de la película, dirigida por Danny Boyle en 1996, que acabó de convertir Trainspotting en un fenómeno. "El trabajo, la familia, el televisor grande que te cagas, la lavadora, el coche, equipos de compact disc y abrelatas eléctricos".
Welsh, igual que su personaje, acabó eligiendo la vida. Hoy tiene 50 años y una mujer -la segunda- de 28. Vive en invierno en Miami y en verano en Dublín. Es rico, bebe té verde y monta a caballo. Ha escrito otros nueve libros y ha dirigido su primer largometraje, Good arrows, que se estrenó en enero en la televisión inglesa. Dejó la heroína. Ya no acepta invitaciones para pinchar en Ibiza y ha rechazado diversas ofertas de participar en reality shows de famosos venidos a menos. Eso sí, mantiene su abono de temporada para ver a los Hibs, su equipo de siempre, y cuando puede se corre una juerga con sus viejos amigos de Edimburgo. Hoy, para redondear la paradoja, Trainspotting se lee en institutos y universidades británicas. "Es gracioso", dice Welsh. "Antes les prohibían leerlo y ahora les obligan". Welsh (Edimburgo, 1957) lleva un par de días en Gijón y ya luce una camiseta del Sporting. Acaba de publicar en su país una nueva novela, Crime. Pero lo que llega a las librerías estos días en España es su libro de relatos de 2007 Si te gustó la escuela, te encantará el trabajo (Anagrama). El primer libro de relatos que escribe después de The acid house. Anoche ofreció una lectura de fragmentos de Crime en el marco del V Festival de Spoken Word Palabra y Música, que se celebra este fin de semana simultáneamente en Gijón y en Sevilla, ciudad en la que ofrecerá esa misma lectura esta noche.
Cuando se acaban de cumplir 15 años de la publicación de Trainspotting, Welsh asegura que está trabajando en una precuela de aquel primer libro. "Es irónico", reconoce. "Un hombre de 50 años revisando un material escrito por un tipo de 28 años sobre alguien de 21". Welsh, evidentemente, no es el mismo. A principios de los noventa, Irvine Welsh era un joven más de un Edimburgo con las calles llenas de desempleados y de heroína. Nacido en Leith, un duro barrio portuario, de un padre que trabajaba en el puerto y una madre camarera, dejó la escuela a los 16 años y entró de aprendiz en una tienda de reparación de televisores. Atraído por la escena punk, una noche de 1978, borracho, se metió en un autobús a Londres y estuvo allí viviendo en squats y tocando en bandas con nombres como El Piojo Público. A su regreso a Edimburgo acabó enganchado a la heroína durante dos años y medio. "Es algo de lo que me arrepiento, fue una época dura para mí y para los que me rodeaban", recuerda. "Estaba pasando un duelo. Acababa de morir mi padre, y salía de un fracaso amoroso. Quería liberarme, y acabé metido en la heroína. Pero supongo que logré que aquella experiencia funcionara para mí en un modo positivo".
Preguntado sobre cuál de los rasgos de su identidad le marca más, sigue pensando lo mismo: "La clase". "La británica es una sociedad muy movida por las clases", explica. "Y crecer en una ciudad como Edimburgo, muy dividida entre lo muy rico y lo muy pobre, tiene un gran impacto en uno"."La británica es una sociedad muy movida por las clases"






La opinión de nuestros inspiradores





  • Cultura Inquieta

    El Edimburgo que no aparece en las guías de turismo es el escenario de esta novela. Una realidad capitaneada por el sida, la miseria y la prostitución en la que la droga es el combustible diario.Llevada a cine por Danny Boyle la frase "¿Quién necesita razones cuando tienes heroína?" resume a la perfección el espíritu de el grupo de jóvenes protagonistas.Cultura Inquieta sobre Trainspotting


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