martes, 20 de enero de 2015

Valle-Inclán






SU OBRA: DEL MODERNISMO AL ESPERPENTO

Entre el Modernismo y la Generación del 98 hay diferencias y semejanzas, es decir, rasgos que nos permiten diferenciar dos movimientos y rasgos que hacen difícil distinción, como el hecho de que hay escritores que podemos incluir en ambos movimientos. Y uno de estos escritores es, precisamente, Valle. Porque en su obra se pueden distinguir dos grandes etapas: una que lo acerca al Modernismo y otra que lo acerca a la Generación del 98.

1º Etapa: el Modernismo de las Sonatas.

Valle empezó escribiendo una prosa modernista, de tema y estilo esteticista, refinado, aristocrático, sensual y musical, cuya obra más representativa es el conjunto de las cuatro Sonatas (Sonata de Primavera, Sonata de Estío, Sonata de Otoño y Sontata de Invierno) publicadas entre 1902 y 1905, que fueron un gran éxito y llegaron a traducirse a varios idiomas.

En ellas, el marqués de Bradomín (que Valle describe como un "Don juan feo, católico y sentimental") recuerda y narra en primera persona sus aventuras amorosas de juventud, en un ambiente refinado, de aristocracia decadente (Valle procedía de una de estas familias nobles en decadencia, que conservaban el tíulo pero cuya riqueza estaba muy menguada), sensualidad, galanteo y apasionamiento, que se describe y se evoca con todo detalle.

En estas novelas encontramos todas las características del Modernismo: esteticismo, reflejo de sensaciones de todo tipo, elementos lujosos, cosmopolitismo, culturalismo,  simbolismo, y recursos que embellecen y dan sonoridad al estilo, como aliteraciones, paralelismos, anáforas, metáforas, comparaciones, sinestesias, léxico llamativo con el uso de arcaísmos, cultismos,  extranjerimsos, abundancia de adjetivaciòn, etc.

En este vídeo tenéis un fragmento de una adaptación que se hizo hace unos años para RTVE:


2ª Etapa: a partir de 1920: el Esperpento.

A partir de 1920 en su obra se percibe un cambio (que se habia ido anunciando poco a poco en algunas obras de los años anteriores) y de ese esteticismo que busca la belleza pasa casi al extremo opuesto: apresentar una realidad grotesca, fea, ridícula: un esperpento (´termino creado por Valle para definir su nueva estética)

El cambio se percibe ya en Divinas palabras (1920), obra de teatro que muestra una visión brutal del ambiente de la vida rural galllega de la época, con personajes que se mueven solo por sus instintos màs primarios,


pero alcanza su plenitud en la que quízás sea su obra más famosa: Luces de Bohemia, también d 1920: Esta obra nos cuenta la última noche de Max Estrella, poeta bohemio, que pasa terribles penurias económicas (situación que Valle-Inclán conoció muy bien). Este poeta ciego es, irónicamente, el que más claramente ve la terrible realidad que le rodea, la de una España en crisis y decadencia material y moral, corrupta, inculta, soberbia, gobernada por fantoches que ejercen injustamente y en el propio beneficio el poder, donde los genios como Max se mueren de hambre, de frío, de olvido y de miseria.

 Y como muestra y representación de esa situación, nos muestra  el recorrido que hace Max acompañado de Don Latino de Hispalis (símbolo del carácter títpicamente español: aprovechado, vago, materialista, interesado, cobarde...) durante una noche por Madrid ( del que nos ofrece una serie de estampas grotescas (un ministerio, una taberna, una cárcel, una librería...) antes de morir al amanecer, en la más absoluta soledad, en la puerta de su casa. 

Y todo ello con la técnica que Valle denominó "esperpento" y que consiste en deformar la realidad para ofrecer su verdadera esencia: grotesca, absurda, ridícula, triste, pero no de una tristeza trágica, porque la tragedia es cosa de héroes y en España no hay héroes, solo hay fantoches que sólo pueden protagonizar una farsa que no es cómica sino triste y ridícula. Eso es el esperpento.

Valle pone en boca de Max Estrella su definición del esperpento, la única forma de reflejar fielemnte la grotesca situación de España: como si los héroes clásicos se pusieran delante de uno de esos espejos que alargar o abomban las figuras. Porque "España es una deformación grotesca de la civilización europea". Y para presentar esa realidad deforme, deformada, grotesca, utiliza toda una serie derecursos lingüísticos que son clave de su originalidad y su maestría: animalizaciones y cosificaciones (los personajes se nos describen y se comportan con rasgos propios de animales o de cosas: maullan, escarban, etc.), los animales y las cosas se personifican, la adjetivación es importantísima y sugerente, y frases coloquiales se defoman también o se usan con nuevos significados ("Me quito el cráneo" "No te pongas estupendo...")

El personaje de Max está inspirado en un poeta modernista y bohemio, amigo de Valle, Alejandro Sawa, que, efectivamente, murió ciego, solo y en la miseria. Y aparecen otros personajes reales, como Rubén Darío o Dorio de Gádex (otro escritor modernista). Incluso aparece el Marqués de Bradomín, el personaje que Valle creara para sus Sonatas veinte años antes, cuando su principal preocupación era la estética.




A partir de entonces, Valle utilizó esta técnica del esperpento para hablar de la sitaución de decadencia material y moral de España tanto en obras de teatro (Martes de Carnaval, Los cuernos de D. Friolera, Retablo de la avaricia, la lujuria o la muerte) que él denominaba directamente "esperpentos", como en sus novelas (novelas esperpénticas), entre las que destaca la trilogía de El ruedo Ibérico, y Tirano Banderas, novela en la que retrata a un dictador hispanoaméricano (Valle había conocido la terrible realidad de las dictaduras hispanoamericanas en sus viajes a ese continente) y que es una de las primeras obras de un subgénero bastante cultivado en el siglo XX, las "novelas de dictador" que tratan y denuncian ese tema.

Pues bien, el uso de esta lengua más expresiva que preocupada por la belleza, y el interés, o la preocupación, o la desesperación ante el tema de España, hacen que en esta segunda etapa  Valle se aleje  del Modernismo yse acerque a los hombres del 98, que tienen en España uno de sus temas característicos. Pero por su peculiaridad y originalidad, por lo distinto que era de todos los demás, el poeta Pedro Salinas  definió a Valle como el "hijo pródigo" de la Generación del 98.

Fijaos que la maestría en el manejo del lenguaje de Valle se nota ya en sus títulos: sugerentes, evocadores, llenos de resonancias y asociaciones de ideas,  y muy muy difíciles de traducir.

Sin duda, uno de los genios más originales y personales de toda nuestra historia de la literatura, D. Ramón María, el de las barbas de chivo. Original hasta el su firma:




Luces de Bohemia: Escena XII

Rinconada en costanilla y una iglesia barroca por fondo. Sobre las campanas negras, la luna clara. DON LATINO y MAX ESTRELLA filosofan sentados en el quicio de una puerta. A lo largo de su coloquio, se torna lívido el cielo. En el alero de la iglesia pían algunos pájaros. Remotos albores de amanecida. Ya se han ido los serenos, pero aún están las puertas cerradas. Despiertan las porteras.

MAX: ¿Debe estar amaneciendo?

DON LATINO: Así es.

MAX: ¡Y que frío!

DON LATINO: Vamos a dar unos pasos.

MAX: Ayúdame, que no puedo levantarme. ¡Estoy aterido!

DON LATINO: ¡Mira que haber empeñado la capa!

MAX: Préstame tu carrik, Latino.

DON LATINO: ¡Max, eres fantástico!

MAX: Ayúdame a ponerme en pie.

DON LATINO: ¡Arriba, carcunda!

MAX: ¡No me tengo!

DON LATINO: ¡Qué tuno eres!

MAX: ¡Idiota!

DON LATINO: ¡La verdad es que tienes una fisonomía algo rara!

MAX: ¡Don Latino de Hispalis, grotesco personaje, te inmortalizaré en una novela!

DON LATINO: Una tragedia, Max.

MAX: La tragedia nuestra no es tragedia.

DON LATINO: ¡Pues algo será!

MAX: El Esperpento.

DON LATINO: No tuerzas la boca, Max.

MAX: ¡Me estoy helando!

DON LATINO: Levántate. Vamos a caminar.

MAX: No puedo.

DON LATINO: Deja esa farsa. Vamos a caminar.

MAX: Échame el aliento. ¿Adónde te has ído, Latino?

DON LATINO: Estoy a tu lado.

MAX: Como te has convertido en buey, no podía reconocerte. Échame el aliento, ilustre buey del pesebre belenita. ¡Muge, Latino! Tú eres el cabestro, y si muges vendrá el Buey Apis. Lo torearemos.

DON LATINO: Me estás asustando. Debías dejar esa broma.

MAX: Los ultraístas son unos farsantes. El esperpentismo lo ha inventado Goya. Los héroes clásicos han ido a pasearse en el callejón del Gato.

DON LATINO: ¡Estás completamente curda!

MAX: Los héroes clásicos reflejados en los espejos cóncavos dan el Esperpento. El sentido trágico de la vida española sólo puede darse con una estética sistemáticamente deformada.

DON LATINO: ¡Miau! ¡Te estás contagiando!

MAX: España es una deformación grotesca de la civilización europea.

DON LATINO: ¡Pudiera! Yo me inhibo.

MAX: Las imágenes más bellas en un espejo cóncavo son absurdas.
 DON LATINO: Conforme. Pero a mí me divierte mirarme en los espejos de la calle del Gato.

MAX: Y a mí. La deformación deja de serlo cuando está sujeta a una matemática perfecta, Mi estética actual es transformar con matemática de espejo cóncavo las normas clásicas.

DON LATINO: ¿Y dónde está el espejo?

MAX: En el fondo del vaso.

DON LATINO: ¡Eres genial! ¡Me quito el cráneo!

MAX: Latino, deformemos la expresión en el mismo espejo que nos deforma las caras y toda la vida miserable de España.

DON LATINO: Nos mudaremos al callejón del Gato.

MAX: Vamos a ver qué palacio está desalquilado. Arrímame a la pared. ¡Sacúdeme!

DON LATINO: No tuerzas la boca.

MAX: Es nervioso. ¡Ni me entero!

DON LATINO: ¡Te traes una guasa!

MAX: Préstame tu carrik.

DON LATINO: ¡Mira cómo me he quedado de un aire!

MAX: No me siento las manos y me duelen las uñas. ¡Estoy muy malo!

DON LATINO: Quieres conmoverme, para luego tomarme la coleta.

MAX: Idiota, llévame a la puerta de mi casa y déjame morir en paz.

DON LATINO: La verdad sea dicha, no madrugan en nuestro barrio.

MAX: Llama.
DON LATINO DE HISPALIS, volviéndose de espaldas, comienza a cocear en la puerta. El eco de los golpes tolondrea por el ámbito lívido de la costanilla, y como en respuesta a una provocación, el reloj de la iglesia da cinco campanadas bajo el gallo de la veleta.

MAX: ¡Latino!

DON LATINO: ¿Qué antojas? ¡Deja la mueca!

MAX: ¡Si Collet estuviese despierta!... Ponme en pie para darle una voz.

DON LATINO: No llega tu voz a ese quinto cielo.

MAX: ¡Collet! ¡Me estoy aburriendo!

DON LATINO: No olvides al compañero.

MAX: Latino, me parece que recobro la vista. ¿Pero cómo hemos venido a este entierro? ¡Esa apoteosis es de París! ¡Estamos en el entierro de Víctor Hugo! ¿Oye, Latino, pero cómo vamos nosotros presidiendo?

DON LATINO: No te alucines, Max.

MAX: Es incomprensible cómo veo.

DON LATINO: Ya sabes que has tenido esa misma ilusión otras veces.

MAX: ¿A quién enterramos, Latino?

DON LATINO: Es un secreto que debemos ignorar.

MAX: ¡Cómo brilla el sol en las carrozas!
DON LATINO: Max, si todo cuanto dices no fuese una broma, tendría una significación teosófica... En un entierro presidido por mí, yo debo ser el muerto... Pero por esas coronas, me inclino a pensar que el muerto eres tú.

MAX: Voy a complacerte. Para quitarte el miedo del augurio, me acuesto a la espera. ¡Yo soy el muerto! ¿Qué dirá mañana esa canalla de los periódicos?, se preguntaba el paria catalán.
MÁXIMO ESTRELLA se tiende en el umbral de su puerta. Cruza la costanilla un perro golfo que corre en zigzag. En el centro, encoge la pata y se orina. El ojo legañoso, como un poeta, levantado al azul de la última estrella.

MAX: Latino, entona el gori-gori.

DON LATINO: Si continúas con esa broma macabra, te abandono.

MAX: Yo soy el que se va para siempre.

DON LATINO: Incorpórate, Max. Vamos a caminar.

MAX: Estoy muerto.

DON LATINO: ¡Que me estás asustando! Max, vamos a caminar. Incorpórate, ¡no tuerzas la boca, condenado! ¡Max! ¡Max! ¡Condenado, responde!

MAX: Los muertos no hablan.

DON LATINO: Definitivamente, te dejo.

MAX: ¡Buenas noches!
DON LATINO DE HISPALIS se sopla los dedos arrecidos y camina unos pasos encorvándose bajo su carrik pingón, orlado de cascarrias. Con una tos gruñona retorna al lado de MAX ESTRELLA. Procura incorporarle hablándole a la oreja.
DON LATINO: Max, estás completamente borracho y sería un crimen dejarte la cartera encima, para que te la roben. Max, me llevo tu cartera y te la devolveré mañana.
Finalmente se eleva tras de la puerta la voz achulada de una vecina. Resuenan pasos dentro del zaguán.DON LATINO se cuela por un callejón.


Valle- Inclán        Así comienza la Sonata de otoño:
"¡Mi amor adorado, estoy muriéndome y sólo deseo verte!". ¡Ay! Aquella carta de la pobre Concha se me extravió hace mucho tiempo. Era llena de afán y de tristeza, perfumada de violetas y de un antiguo amor. Sin concluir de leerla, la besé. Hacía cerca de dos años que no me escribía, y ahora me llamaba a su lado con súplicas dolorosas y ardientes. Los tres pliegos blasonados traían la huella de sus lágrimas, y la conservaron largo tiempo. La pobre Concha se moría retirada en el viejo Palacio de Brandeso, y me llamaba suspirando. Aquellas manos pálidas, olorosas, ideales, las manos que yo había amado tanto, volvían a escribirme como otras veces. Sentí que los ojos se me llenaban de lágrimas. Yo siempre había esperado en la resurrección de nuestros amores. Era una esperanza indecisa y nostálgica que llenaba mi vida con un aroma de fe: era la quimera del porvenir, la dulce quimera dormida en el fondo de los lagos azules, donde se reflejan las estrellas del destino. ¡Triste destino el de los dos! El viejo rosal de nuestros amores volvía a florecer para deshojarse piadoso sobre una sepultura.
¡La pobre Concha se moría!
Yo recibí su carta en Viana del Prior, donde cazaba todos los otoños. El palacio de Brandeso está a pocas leguas de jornada. Antes de ponerme en camino, quise oír a María Isabel y a María Fernanda, las hermanas de Concha, y fui a verlas. Las dos son monjas en las Comendadoras. Salieron al locutorio, y a través de las rejas me alargaron sus manos nobles y abaciales, de esposas vírgenes. Las dos me dijeron, suspirando, que la pobre Concha se moría, y las dos, como en otro tiempo, me tutearon. ¡Habíamos jugado tantas veces en las grandes salas del viejo Palacio señorial!

Salí del locutorio con el alma llena de tristeza. Tocaba el esquilón de las monjas: penetré en la iglesia, y a la sombra de un pilar me arrodillé. La iglesia aún estaba oscura y desierta. Se oían las pisadas de dos señoras enlutadas y austeras que visitaban los altares: parecían dos hermanas llorando la misma pena e implorando una misma gracia.

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