La metamorfosis
La metamorfosis
Franz Kafka (1883-1924)
Fue un escritor checo miembro de la minoría judía de lengua
alemana, cuya desasosegadora y simbólica
narrativa, escrita en alemán, anticipó la opresión y la angustia del siglo
XX.
Está considerado como una de las figuras más significativas de la
literatura moderna. Kafka nació en Praga (que entonces pertenecía al Imperio
Austro-Húngaro) el 3 de julio de 1883, en una familia de clase media. Su padre,
un comerciante, fue una figura dominadora cuya influencia impregnó la obra de su
hijo y que, según él mismo, agobió su existencia. Carta al padre, escrita en
1919, es uno de los más conmovedores ajustes de cuentas de un hijo hacia su
padre, mezcla de prepotencia del padre e hipersensibilidad paralizante del
hijo.
La metamorfosis o La transformación (Die Verwandlung, en su título original en alemán) es una novela corta escrita por Franz Kafka en 1915. La historia trata sobre Gregorio Samsa, cuya repentina transformación en un enorme insecto dificulta cada vez más la comunicación de su entorno social con él, hasta que es considerado intolerable por su familia y finalmente perece.
La metamorfosis no deja de ser también una crítica a
la familia A pesar de esta grave incompatibilidad, vivió con sus padres la
mayor parte de su vida y no llegó a casarse, aunque estuvo prometido en dos
ocasiones. Su difícil relación con Felice Bauer, una joven alemana a la que
pretendió entre 1912 y 1917, puede ser analizada en Cartas a Felice (1967). Lo mismo ocurre con Milena,
destinataria también de cartas que son en sí mismas de lo mejor que escribió,
como aquella –estudiada en clase- en la que se compara con una alimaña del
bosque, un ser abocado a lo oscuro y escondido, incapaz de redimirse por la luz
y belleza que ella le ofrece Por su familia, debía haber sido un próspero
comerciante o un alto funcionario —se doctoró en Derecho en la Universidad de
Praga en 1906—, pero el veneno de la literatura interfirió en su carrera,
reduciéndole a ser un gris empleado que ansiaba como alivio unas horas para
escribir. Murió el 3 de junio de 1924. Contraviniendo el deseo de Kafka de que
sus manuscritos inéditos fuesen destruidos a su muerte, el escritor austríaco
Max Brod, su gran amigo y biógrafo, los publicó póstumamente.
Entre esas obras se encuentran las tres novelas por las que Kafka
es más conocido: El proceso (1925), una crítica al Poder y la
Justicia, pues Josep K. será juzgado y nunca sabrá el motivo; también aborda la
muerte inútil e injustificada; El
castillo (1926), que habla
sobre la incapacidad para luchar contra la alienación; y América (1927), que versa sobre la soledad
experimentada por el apátrida.
La fuerza de su obra ha sido tan importante que el término
kafkiano se aplica a situaciones sociales angustiosas o grotescas.
En cuanto a su estética (o
estilo) Hermann Hesse lo definió “Etéreo como un sueño y exacto como un
logaritmo”. Con esta aparente paradoja recoge bien el espíritu de Kafka:
esa mezcla de extrañeza y exasperante cotidianeidad El resultado es que, a
través de su visión, nuestro mundo común se revela en lo que tiene de absurdo a
la vez que en lo que tiene de excesivamente organizado, pues Kafka lo describe
todo con pleno realismo, tal como solemos encontrarlo en la cotidianidad más
vulgar, pero, a la vez, como vivido en un sueño donde ocurren las cosas más
tremendas, las que ni siquiera llegábamos a formular.
Qué prueba más emocionante de extrema solidaridad y valor ético procurar el alivio al dolor de otro ser humano, la consolación por el uso libérrimo de las palabras, por la literatura! Las cartas se han perdido. Paul Auster confesó a Tomás Eloy Martínez que la de la muñeca no es una historia inventada, sino que la cuenta en sus memorias una hija de Dora, la muchacha que acompañó a Kafka en la etapa final de su vida y quien le había movido a regresar a Praga.
Kafka, la niña y la muñeca viajera
Historia extraída del libro de Paul Auster “Brooklyn Follies” Ed. Anagrama, pag. 159-161. 2005
“- Vale. Cuéntame ya esa historia.
- De acuerdo. Esa historia. La historia de la muñeca… Estamos en el último año de la vida de Kafka, que se ha enamorado de Dora Diamant, una chica polaca de diecinueve o veinte años de familia hasídica que se ha fugado de casa y ahora vive en Berlín. Tiene la mitad de años que él, pero es quien le infunde valor para salir de Praga, algo que Kafka desea hacer desde hace mucho, y se convierte en la primera y única mujer con quien Kafka vivirá jamás. Llega a Berlín en el otoño de 1923 y muere la primavera siguiente, pero esos últimos meses son probablemente los más felices de su vida. A pesar de su deteriorada salud. A pesar de las condiciones sociales de Berlín: escasez de alimentos, disturbios políticos, la peor inflación de la historia de Alemania. Pese a ser plenamente consciente de que tiene los días contados.
Todas las tardes, Kafka sale a dar un paseo por el parque. La mayoría de las veces, Dora lo acompaña. Un día, se encuentra con una niña pequeña que está llorando a lágrima viva. Kafka le pregunta qué le ocurre, y ella contesta que ha perdido su muñeca. Él se pone inmediatamente a inventar un cuento para explicarle lo que ha pasado. “Tu muñeca ha salido de viaje”, le dice. “¿Y tú cómo lo sabes?”, le pregunta la niña. “Porque me ha escrito una carta”, responde Kafka. La niña parece recelosa. “¿Tienes ahí la carta?”, pregunta ella. “No, lo siento”, dice él, “me la he dejado en casa sin darme cuenta, pero mañana te la traigo.” Es tan persuasivo, que la niña ya no sabe qué pensar. ¿Es posible que ese hombre misterioso esté diciendo la verdad?
Kafka vuelve inmediatamente a casa para escribir la carta. Se sienta frente al escritorio y Dora, que ve como se concentra en la tarea, observa la misma gravedad y tensión que cuando compone su propia obra. No es cuestión de defraudar a la niña. La situación requiere un verdadero trabajo literario, y está resuelto a hacerlo como es debido. Si se le ocurre una mentira bonita y convincente, podrá sustituir la muñeca perdida por una realidad diferente; falsa, quizá, pero verdadera en cierto modo y verosímil según las leyes de la ficción.
Al día siguiente, Kafka vuelve apresuradamente al parque con la carta. La niña lo está esperando, y como todavía no sabe leer, él se la lee en voz alta. La muñeca lo lamenta mucho, pero está harta de vivir con la misma gente todo el tiempo. Necesita salir y ver mundo, hacer nuevos amigos. No es que no quiera a la niña, pero le hace falta un cambio de aires y por tanto deben separarse durante una temporada. La muñeca promete entonces a la niña que le escribirá todos los días y la mantendrá al corriente de todas sus actividades.
Ahí es donde la historia empieza a llegarme al alma. Ya es increíble que Kafka se tomara la molestia de escribir aquella primera carta, pero ahora se compromete a escribir otra cada día, única y exclusivamente para consolar a la niña, que resulta ser una completa desconocida para él, una criatura que se encuentra casualmente una tarde en el parque. ¿Qué clase de persona hace una cosa así? Y cumple su compromiso durante tres semanas, Nathan. Tres semanas. Uno de los escritores más geniales que han existido jamás sacrificando su tiempo (su precioso tiempo que va menguando cada vez más) para redactar cartas imaginarias de una muñeca perdida. Dora dice que escribía cada frase prestando una tremenda atención al detalle, que la prosa era amena, precisa y absorbente. En otras palabras, era su estilo característico, y a lo largo de tres semanas Kafka fue diariamente al parque a leer otra carta a la niña. La muñeca crece, va al colegio, conoce otra gente. Sigue dando a la niña garantías de su afecto, pero apunta a determinadas complicaciones que han surgido en su vida y hacen imposible su vuelta a casa. Poco a poco, Kafka va preparando a la niña para el momento en que la muñeca desaparezca de su vida por siempre jamás. Procura encontrar un final satisfactorio, pues teme que, si no lo consigue, el hechizo se rompa. Tras explorar diversas posibilidades, finalmente se decide a casar a la muñeca. Describe al joven del que se enamora, la fiesta de pedida, la boda en el campo, incluso la casa donde la muñeca vive ahora con su marido. Y entonces, en la última línea, la muñeca se despide de su antigua y querida amiga.
Para entonces, claro está, la niña ya no echa de menos a la muñeca. Kafka le ha dado otra cosa a cambio, y cuando concluyen estas tres semanas, las cartas la han aliviado de su desgracia. La niña tiene la historia, para habitar un mundo imaginario, las penas de este mundo desaparecen. Mientras la historia sigue su curso, la realidad deja de existir.”
Qué prueba más emocionante de extrema solidaridad y valor ético procurar el alivio al dolor de otro ser humano, la consolación por el uso libérrimo de las palabras, por la literatura! Las cartas se han perdido. Paul Auster confesó a Tomás Eloy Martínez que la de la muñeca no es una historia inventada, sino que la cuenta en sus memorias una hija de Dora, la muchacha que acompañó a Kafka en la etapa final de su vida y quien le había movido a regresar a Praga.
Esta misma historia –verídica- le sirve a Jordi Sierra i Fabra para elaborar su novela Kafka y la muñeca viajera (2011)
Kafka Carta a Milena
“Yo, alimaña del bosque, antaño, ya casi no estaba más que en el bosque. Yacía en algún sitio, en una cueva repugnante; repugnante sólo a causa de mi presencia, naturalmente. Entonces te vi, fuera, al aire libre: la cosa más admirable que jamás había contemplado. Lo olvidé todo, me olvidé a mí mismo por completo, me levanté, me aproximé. Estaba ciertamente angustiado en esta nueva, pero todavía familiar, libertad. No obstante, me aproximé más, me llegué hasta ti: ¡eras tan buena! Me acurruqué a tus pies, como si tuviera necesidad de hacerlo, puse mi rostro en tu mano. Me sentía tan dichoso, tan ufano, tan libre, tan poderoso, tan en mi casa, siempre así, tan en casa...; pero, en el fondo, seguía siendo una pobre alimaña, seguía perteneciendo al bosque, no vivía al aire libre más que por tu gracia, leía, sin saberlo, mi destino en tus ojos. Esto no podía durar. Tú tenías que notar en mí, incluso cuando me acariciabas con tu dulce mano, extrañezas que indicaban el bosque, mi origen y mi ambiente real. No me quedaba más remedio que volver a la oscuridad, no podía soportar el sol, andaba extraviado, realmente, como una alimaña que ha perdido el camino. Comencé a correr como podía, y siempre me acompañaba este pensamiento: "¡Si pudiera llevármela conmigo!", y este otro: "¿hay acaso tinieblas donde está ella?" ¿Me preguntas como vivo? ¡Así es como vivo!
……………………..
Resume el texto en cinco líneas
¿Cuál crees que es el tema? Arguméntalo
La enciclopedia de El país define lo Kafkiano De Franz Kafka, escritor checo
ADJETIVO “Se aplica a las situaciones absurdas y complicadas, por referencia al universo angustioso y opresivo descrito por este autor”
-Analiza cómo aparece reflejada esta definición en el relato
-¿En qué se parece al comienzo de La metamorfosis?
-Hay un contraste oscuridad/luz. Coméntalo
-Hay frases muy bellas. Encuéntralas y coméntalas
SUEÑOS
El deseo de ser piel roja
“Si uno pudiera ser un piel roja siempre alerta,
cabalgando sobre un caballo veloz, a través del viento, constantemente sacudido
sobre la tierra estremecida, hasta arrojar las espuelas porque no hacen falta
espuelas, hasta arrojar las riendas porque no hacen falta riendas, y apenas
viera ante sí que el campo era una pradera rasa, habrían desaparecido las
crines y la cabeza del caballo.”
SUEÑOS
El deseo de ser piel roja
“Si uno pudiera ser un piel roja siempre alerta,
cabalgando sobre un caballo veloz, a través del viento, constantemente sacudido
sobre la tierra estremecida, hasta arrojar las espuelas porque no hacen falta
espuelas, hasta arrojar las riendas porque no hacen falta riendas, y apenas
viera ante sí que el campo era una pradera rasa, habrían desaparecido las
crines y la cabeza del caballo.”
F. Kafka, El deseo de ser piel
roja, en Contemplación, 1913
Relata tu sueño. Ten en cuenta que
1. La literatura es sentimiento y palabra bella ( o
justa).
2. Debe tener un punto de extrañeza, imaginación
3. Debe ser breve e intenso. Puede ir acompañado de dibujo
4. No mejorarás a Kafka, pero no lo traiciones demasiado
5. El sueño puede ser real o inventado
(Te aconsejo que comiences por un borrador y luego lo pasas aquí a
limpio)
Kafka Carta a Milena
“Yo, alimaña del bosque, antaño, ya casi no estaba más que en el bosque. Yacía en algún sitio, en una cueva repugnante; repugnante sólo a causa de mi presencia, naturalmente. Entonces te vi, fuera, al aire libre: la cosa más admirable que jamás había contemplado. Lo olvidé todo, me olvidé a mí mismo por completo, me levanté, me aproximé. Estaba ciertamente angustiado en esta nueva, pero todavía familiar, libertad. No obstante, me aproximé más, me llegué hasta ti: ¡eras tan buena! Me acurruqué a tus pies, como si tuviera necesidad de hacerlo, puse mi rostro en tu mano. Me sentía tan dichoso, tan ufano, tan libre, tan poderoso, tan en mi casa, siempre así, tan en casa...; pero, en el fondo, seguía siendo una pobre alimaña, seguía perteneciendo al bosque, no vivía al aire libre más que por tu gracia, leía, sin saberlo, mi destino en tus ojos. Esto no podía durar. Tú tenías que notar en mí, incluso cuando me acariciabas con tu dulce mano, extrañezas que indicaban el bosque, mi origen y mi ambiente real. No me quedaba más remedio que volver a la oscuridad, no podía soportar el sol, andaba extraviado, realmente, como una alimaña que ha perdido el camino. Comencé a correr como podía, y siempre me acompañaba este pensamiento: "¡Si pudiera llevármela conmigo!", y este otro: "¿hay acaso tinieblas donde está ella?" ¿Me preguntas como vivo? ¡Así es como vivo!
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Cuestión
¿Alguna vez te sentiste inferior a tu Amigo/Amada?
La metamorfosis 1915
Cuando Gregorio Samsa se despertó una mañana después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso insecto. Estaba tumbado sobre su espalda dura, y en forma de caparazón y, al levantar un poco la cabeza veía un vientre abombado, parduzco, dividido por partes duras en forma de arco, sobre cuya protuberancia apenas podía mantenerse el cobertor, a punto ya de resbalar al suelo. Sus muchas patas, ridículamente pequeñas en comparación con el resto de su tamaño, le vibraban desamparadas ante los ojos.
El TRAUMA EN LA LITERATURA
Cuestión
Cuenta algún pequeño trauma
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