Ana y los pájaros Cristina Rosenvinge
¿Dónde estás?
Que no te veo
Que no te veo
Ana, me cuesta hablar de ti
Eres un pájaro en mi memoria
Oigo tu canto libre desde aquí
Entre la bruma ronca de mi atril
Eres un pájaro en mi memoria
Oigo tu canto libre desde aquí
Entre la bruma ronca de mi atril
Ana, con qué solemnidad hendiste tu
diamante de mi ombligo
Diciendo aquí tu ego por domar
Cuando se te hinche, mójalo en el mar
Diciendo aquí tu ego por domar
Cuando se te hinche, mójalo en el mar
Cada mañana era una ofrenda
Cada noche fue imperial
Una semana hizo leyenda
Lo escribía en tu portal
Cuando acabe el mundo
Que se acabe así
Cuando acabe el mundo
Que se acabe así, así, así
Cada noche fue imperial
Una semana hizo leyenda
Lo escribía en tu portal
Cuando acabe el mundo
Que se acabe así
Cuando acabe el mundo
Que se acabe así, así, así
Así
Ana, ahora quién lamerá cada anhelante
pluma de tu nido
Solo fui estampa de tu santoral
Te llevo aquí entre el cuerpo y el mar
Solo fui estampa de tu santoral
Te llevo aquí entre el cuerpo y el mar
Cuando acabe el mundo
Que se acabe así, así, así
Ana, así, Ana, así, así
Ana, así, así, Ana
Que se acabe así, así, así
Ana, así, Ana, así, así
Ana, así, así, Ana
Comencé a escribir temas desde un yo masculino con el fin de intentar comprender la soledad del hombre desde dentro:
Pesa la palabra está inspirada por una frase que dijo el Cordobés a la salida de su juicio por paternidad: “Yo tuve un padre de humo”.
La flor entre la vía es la declaración de un adolescente que reniega de los modelos de masculinidad canónicos. Quería hacer un himno tribal, así que la escribí en 5/4, un compás poco común.
‘Ana y los pájaros’ y ‘La piedra angular’ son sensuales tonadas de desamor. Por fin cumplo la fantasía de reencarnarme en crooner. La primera es sobre un amor de juventud; la segunda, sobre un amor de madurez.
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