lunes, 16 de mayo de 2022

El club de la lucha



NOVELA


Cartel de la película El club de la lucha

La primera regla del club de la lucha es no hablar del club de la lucha. Cada fin de semana, en sótanos y aparcamientos de todo el país, jóvenes oficinistas se quitan los zapatos y las camisas y pelean entre sí hasta la extenuación. Los lunes vuelven a sus despachos con los ojos amoratados, algún diente de menos y un sentimiento embriagador de omnipotencia. Pero estas reuniones son solo el comienzo del plan con el que Tyler Durdenproyeccionista, camarero y oscuro genio anárquico, aspira a vengarse de una sociedad paralizada por el consumismo exacerbado. 
Profética y provocadora, El club de la lucha es considerada una de las novelas más orginales de los últimos años, y ya desde su publicación en 1990 convirtió a Chuck Palahniuk en un autor de culto.
 La corriente literaria en la que se incluye a Palahniuk es el realismo sucio. A esta pertenecen también clásicos como Charles Bukowski o Raymond Carver. El realismo sucio se caracteriza por un estilo directo, sin florituras, y unos personajes que andan siempre explorando los límites del ser humano.
El punto de partida de El club de la lucha es el desprecio al modo de vida burgués, el nihilismo (“nada vale nada”), el tedio vital, la omnipresencia de lo que Nietzsche llamó el “último hombre“, débil, mediocre, conformista, gregario: trabajo inmoral y jefe sin escrúpulos, hipoteca y muebles de IKEA. El “último hombre” es un no-muerto, es decir, no vive pero tampoco está en el ataúd, un zombi: habita en una zona fronteriza donde nada tiene sentido pero todo está muy ordenado
Esta situación que Nietzsche analizaba en el Zaratustra a finales del siglo XIX es el fundamento de nuestra vida cotidiana. La solución del filósofo alemán al nihilismo  pasaba por destruir falsos ídolos como la moral cristiana, que se prolonga hoy día en el culto hipócrita a los Derechos Humanos, la democracia  representativa, diseñada para que el más miserable se haga con el poder, y una visión de la vida centrada en el futuro o el más allá y no en el presente. Nietzsche sugiere, por el contrario, dar a cada instante un valor absoluto porque ha de repetirse infinitamente en adelante y se ha repetido infinitas veces en el pasado. Esa es la idea básica de la doctrina del eterno retorno.
........................si quieres una interpretación filosófica, pulsa aquí
LA PELÍCULA


Año1999







País
Estados Unidos
Director
David Fincher
Reparto
Brad PittEdward NortonHelena Bonham Carter,Meat LoafJared LetoVan Quattro
Género
DramaAcción | SátiraDrama psicológicoPelícula de culto
Rimbaud podría haber filmado "El Club de la Lucha". En su poesía, como en la apocalíptica prosa asonante de David Fincher, había también esa necesidad de rebelión contra la mediocridad que alienta a la película más deliberadamente polémica del fin de siglo pasado. Como el incendiario Tyler Durden (Brad Pitt), el autor de Seven ha conseguido insertar fotogramas porno en las películas de dibujos animados, o lo que es lo mismo, ha conseguido integrar una sincera reivindicación de la autodestrucción en los códigos narrativos del cine amable y condescendiente de la industria de Hollywood. Ha apagado colillas en fotogramas de su propia película, ha convertido la rutina insomne de un yuppy que quiere pelea en un catálogo de Ikea, y ha hecho de la lucha a puño descubierto toda una metáfora sobre la imperiosidad de recurrir a los instintos primigenios que es, al fin y al cabo, lo único que nos queda en una sociedad violenta y vacía, una sociedad que libera su rabia en un sótano donde podría celebrarse una furiosa pelea de gallos.Fincher, que adora el desastre, la manipulación siniestra y el engaño, sabe que, ahora mismo, los apocalípticos y los integrados son dinosaurios que vivieron en tiempos remotos. Los símbolos y las ideologías han dejado de tener sentido. El discurso de Fincher, recorrido por un malévolo sentido del humor, es del todo nihilista: hay que derrocar las bases de la sociedad occidental, hay que dinamitar los bancos, la Bolsa, las grandes corporaciones. Para muchos, el pecado de Fincher está en que ha sabido encontrar los diamantes en el culo de un cadáver de los que hablaba Burroughs en "El almuerzo desnudo": hay belleza en la destrucción. Lo decían Rimbaud y Baudelaire, lo sigue diciendo Ballard. Que Fincher convierta esa fascinación por la catástrof en en un elogio del suicidio colectivo es solo una de las muchas licencias poéticas que se toma esta excepcional película terrorista, un moderno y necesario manifiesto anarquista.









Otras películas de David Fincher

No hay comentarios:

Publicar un comentario