El ejemplo
del koala ENRIC
GONZÁLEZ
El koala parece feliz.
Quizá lo es. Mírenlo: una monada. Y, sin embargo, podemos catalogarlo como el
mamífero más lamentable del planeta. En ciertos aspectos, muestra rasgos que
sugieren un alto nivel evolutivo: sus huellas digitales (un elemento raro en la
naturaleza) son casi indistinguibles de las humanas. Pero, y eso también es
raro, está en regresión. Evoluciona al revés. Cada generación es un poquito más
imbécil que la anterior.
Hace unos veinte millones
de años, el koala, marsupial arbóreo y herbívoro, vivía en las selvas
australianas, alimentándose de hojas muy diversas. Cuando el clima empezó a
enfriarse, las selvas fueron reemplazadas por bosques de eucaliptos. ¿Han
probado una hoja de eucalipto? No lo hagan. Es correosa, tóxica y apenas
proporciona alimento. Muchísimas especies se extinguieron con la llegada del
eucalipto. Otras buscaron nuevos lugares para establecerse. El koala, no. El
koala prefirió adaptarse y conformarse con lo que había. Desde entonces, su
vida ha ido convirtiéndose en una auténtica porquería.
Para arreglárselas con la nueva dieta y digerir
las hojas de eucalipto, el koala desarrolló una especie de microbio estomacal.
Pero eso lo hizo entonces, cuando poseía la inteligencia que puede esperarse de
un mamífero. Ahora, el microbio se transmite por la vía más fácil: a partir de
los seis meses, y hasta que cumple un año, el koala pasa gran parte de su
tiempo amorrado al ano de su madre, sorbiendo un tipo de excremento rico en
microbios. En este caso, como en otros, la infancia define la vida.
Una vez adulto, el koala
puede dedicarse ya a masticar hojas de eucalipto. Dedica a ello unas cinco
horas diarias. Luego necesita una siesta de unas 18 horas, para que actúe el
microbio intestinal. El animalito es altamente irritable mientras come: ni se
le ocurra tocarlo. También es irritable mientras digiere. En eso se le va
prácticamente toda la jornada: come, digiere y se cabrea. No hay tiempo para
más.
La dieta de eucalipto,
muy pobre en proteína y en cualquier otro elemento nutritivo, ha provocado un
progresivo empequeñecimiento del cerebro. Los fósiles demuestran que, antes, en
la época selvática, el cráneo del koala estaba lleno de masa cerebral. Ahora,
el cerebro es como una nuez pequeña, con dos lóbulos desconectados entre sí,
flotando en fluido. El koala viene a pesar entre 5 y 12 kilos. Su cerebro
supone el 0,2% de esa masa corpórea. Si el humano hubiera seguido la tendencia
regresiva del koala, ahora, en lugar de poseer un cerebro de 1,4 kilos, tendría
uno de 100 gramos .
Aún hay tiempo para conseguirlo. Sólo es cuestión de perseverar.
No creo que haga falta
comer todos los días medio kilo de hojas, como el koala, para convertirse en un
imbécil. Quizá sea posible conseguir el mismo efecto con unas cuantas ideas,
masticadas durante años y años. Se podría empezar con un par de conceptos
básicos, patria y nación, tan correosos, tóxicos y carentes de proteína como el
eucalipto. Al cabo de un cierto tiempo, más o menos largo, según los casos, el
aspirante a koala nota los efectos iniciales: una sensación de pertenencia
intensa a un grupo, y de diferencia respecto a otros grupos. El siguiente paso
será una inefable sensación de superioridad respecto a otros grupos. Lo
principal ya está hecho.
Pero no hay que
conformarse con eso. Es necesario encontrar un equivalente al microbio que el
koala chupa del ano materno. Ahí nos valdría, quizá, algo más tenue que un
concepto. Como, por ejemplo, lo que algunos llaman "fidelidad
ideológica". Recuerden, sobre todo, que no hablamos de principios y ética,
o moral: si se tiene de eso, resulta casi imposible convertirse en koala. No,
aquí nos referimos a esos prejuicios sectarios que nos llevan a votar a un
partido, o a comprar un periódico, o a ver una cadena de televisión, con un
único fin: que refuercen nuestros prejuicios; es decir, que nos mantengan
firmes en el punto de partida y no intenten inocularnos la funesta manía de
pensar.
Cuando, para nosotros,
los buenos sean siempre los mismos y lo hagan siempre bien, y los malos sean
siempre los mismos y lo hagan siempre mal; cuando nos moleste la duda; cuando
seamos incapaces de percibir nuestra propia ignorancia; cuando nuestro
mecanismo mental se limite a conjugar el "yo", el
"nosotros" y el "ellos", lo habremos conseguido. Basta
ponerse a ello. Vocación no nos falta.
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Sintaxis
En ciertos aspectos,
muestra rasgos que sugieren un alto nivel evolutivo
El koala prefirió
adaptarse y conformarse con lo que había.
Es necesario encontrar
un equivalente al microbio que el koala chupa del ano materno
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