Segunda mitad del siglo XIX:
reacción de ciertos artistas frente al positivismo que caracterizaba el
arte realista naturalista (la creencia de que la ciencia puede proporcionar una
explicación satisfactoria a todos los aspectos de la vida humana).
Crisis: se pasa de la fe
en el progreso al desencanto. La razón y la ciencia no pueden dar cuenta de
la esencia de la realidad, que sólo se puede lograr abandonando la visión
racional. Irracionalismo, misticismo e idealismo contra el positivismo
del Realismo.
Baudelaire |
El movimiento simbolista se iniciaría con Las flores del mal (1857),
de Charles Baudelaire, padre del
movimiento.
En la década de 1870
escriben nombres destacados como Stéphane
Mallarmé, Paul Verlaine y Arthur Rimbaud.
Generación simbolista
consolidada hacia 1885.
Rebelión contra un mundo que ven como vulgar y ordinario, buscan
superar la realidad sensible y evadirse de una realidad que les angustia
(la primera parte de Las flores del mal
se titula “Spleen e ideal”; “spleen” sería traducible como hastío o tedio).
Aspiran al ideal, a una percepción
más intensa del universo más allá de lo perceptible por los sentidos. A
menudo esta búsqueda se produce a través de “paraísos artificiales” (expresión de Baudelaire para referirse a
drogas como la absenta o el hachís).
Esa ruptura de los moldes de
una sociedad puritana les convierte en “poetas malditos”, como se autodenomina Verlaine (Las flores del mal sufriría la censura
hasta mediados del siglo XX).
Verlaine |
Rimbaud es uno de los máximos exponentes de la actitud bohemia de
estos artistas: con 15 años se escapa de casa y se dedica a la vida
disoluta. Mantiene una escandalosa relación con
Paul Verlaine, que abandona a su mujer para vivir juntos en la pobreza
(Verlaine es condenado a dos años de cárcel por disparar a Rimbaud en una
discusión).
De hecho, la corriente
decadentista exalta lo perverso, lo malsano… todo lo que se opone a los
valores burgueses. Los poetas simbolistas y decadentistas hacen gala de un erotismo perverso que se enfrenta a
tabúes (prostitutas, morfinómanas…). El placer se vincula a la transgresión
de las reglas sociales, a la conciencia del pecado y el mal. Rebrote del satanismo
romántico.
Los simbolistas se dan cuenta de que el lenguaje no es suficiente para explicar los misterios, problemas,
emociones… que vive el ser humano. Utilizan asociaciones e imágenes ilógicas. Se recurre al símbolo para representar, a través
de imágenes pertenecientes al mundo real, lo inefable, los misterios y las
intuiciones que no pueden tener expresión directa por medio del lenguaje.
Rimbaud: “Quiero ser poeta y me estoy esforzando en hacerme Vidente: ni va usted a comprender
nada, ni apenas si yo sabré expresárselo. Ello consiste en alcanzar lo desconocido por el desarreglo de todos los sentidos".
Rimbaud |
Se busca sugerir las cosas en
lugar de decirlas: Mallarmé deja claro que cuando nombramos una realidad
destruimos tres cuartas partes del placer que nos puede causar adivinar poco a
poco. Los simbolistas son propensos al uso de la sugerencia y el matiz.
Verlaine dice en su Art poétique que
hay que buscar el matiz y no el color preciso. Así intentan mantenerse fieles a
la esencia, a la verdad íntima de lo real. Buscan una expresión intuitiva,
no racional.
Porque el matiz queremos todavía,
¡Y tan sólo el matiz, nunca el
Color!
¡Oh, matiz, nuestra única esperanza,
Sueño en el sueño y canto en el
rumor!
Búsqueda de las
“correspondencias” entre lo material y lo espiritual. El recurso predilecto
para expresarlas es la sinestesia (unión
de sensaciones que afectan a distintos sentidos: canción gris). La
sinestesia no se basa en una semejanza lógica, sino en la relación entre las
evocaciones irracionales que encierran las palabras. A través de esas
analogías irracionales se aspira a
captar la armonía oculta del universo.
Otros movimientos de la época que se rebelan contra el arte realista
son el parnasianismo (el arte por
el arte, búsqueda de la perfección formal sin conceder importancia al
contenido) y el prerrafaelismo (búsqueda
de un ideal antirrealista en recreaciones de la Edad Media).
Dar caza a los albatros, grandes aves del mar,
Que siguen, indolentes compañeros de viaje,
Al navío surcando los amargos abismos.
Apenas los arrojan sobre las tablas húmedas,
Estos reyes celestes, torpes y avergonzados,
Dejan penosamente arrastrando las alas,
Sus grandes alas blancas semejantes a remos.
Este alado viajero, ¡qué inútil y qué débil!
Él, otrora tan bello, ¡qué feo y qué grotesco!
¡Éste quema su pico, sádico, con la pipa,
Aquél, mima cojeando al planeador inválido!
El Poeta es igual a este señor de las nubes,
Que habita la tormenta y ríe del arquero.
Exiliado en la tierra, sufriendo el griterío,
Sus alas de gigante le impiden caminar.
VOCALES (Rimbaud)
algún día diré vuestro nacer latente:
negro corsé velludo de moscas deslumbrantes,
A, al zumbar en tomo a atroces pestilencias,
calas de umbría; E, candor de pabellones
y naves, hielo altivo, reyes blancos, umbelas
que tiemblan. I, escupida sangre, risa de ira
en labio bello, en labio ebrio de penitencia;
U, ciclos, vibraciones divinas, verdes mares,
paz de pastos sembrados de animales, de surcos
que la alquimia ha grabado en las frentes que estudian.
O, Clarín sobrehumano preñado de estridencias
extrañas y silencios que cruzan Mundos y Ángeles:
O, Omega, fulgor violeta de Sus Ojos.