lunes, 29 de abril de 2024

Pizarnik/Akhmatova/ Ndèye Coumba

AlejandraPizarnik
                                 Alejandra Pizarnik



Pizarnik/Akhmatova/ Ndèye Coumba

1. A Pizarnik  hay que leerla (como a Rimbaud) dejándose arrastrar. sin obsesionarse por comprender.  ¿Que te sugieren las imágenes ("Iluminaciones" diría Rimbaud)
de Caminos del espejo?



 2. Anna Akhmatova
¿qué quiere decir con

                 "Todo lo que veo me sobrevivirá"?


¿Por qué es un verso tan citado?

En el poema ¿qué es ese todo? (Busca y enumera cosas)


3 Ndèye Coumba habla de África y la condición de la mujer africana. ¿En qué lo percibes? Opina sobre este poema.


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En Argentina Alejandra Pizarnik (1936-1972) hija de inmigrantes judíos de la Rusia Imperial. Su obra es una de las propuestas más rupturistas y de mayor influencia en la poesía contemporánea, sobre todo en la escrita en lengua española por mujeres. La vida y la obra de esta autora puede definirse como una extraña tentación de traspasar los límites, siempre tanteando el milagro, aun a riesgo de asomarse a la locura. Amiga de Cortázar, exploró como él ese otro lado de la realidad en el que se instala lo fantástico. Pizarnik escribió libros poéticos de notoria sensibilidad e inquietud formal marcada por una insinuante imaginería. Sus temas giraban en torno a la soledad, la infancia, el dolor y, sobre todo, la muerte.





Caminos del espejo

I
Y sobre todo mirar con inocencia. Como si no pasara nada, lo cual es cierto.

II
Pero a ti quiero mirarte hasta que tu rostro se aleje de mi miedo como un pájaro del borde
filoso de la noche.

III
Como una niña de tiza rosada en un muro muy viejo súbitamente borrada por la lluvia.

IV
Como cuando se abre una flor y revela el corazón que no tiene.

V
Todos los gestos de mi cuerpo y de mi voz para hacer de mí la ofrenda, el ramo que abandona
el viento en el umbral.

VI
Cubre la memoria de tu cara con la máscara de la que serás y asusta a la niña que fuiste.

VII
La noche de los dos se dispersó con la niebla. Es la estación de los alimentos fríos.

VIII
Y la sed, mi memoria es de la sed, yo abajo, en el fondo, en el pozo, yo bebía, recuerdo.

IX
Caer como un animal herido en el lugar que iba a ser de revelaciones.

X
Como quien no quiere la cosa. Ninguna cosa. Boca cosida. Párpados cosidos. Me olvidé.
Adentro el viento. Todo cerrado y el viento adentro.






Que me dejen con mi voz nueva, desconocida. No, no me dejen. Oscura y triste la infancia se ha ido, y la gracia, y la disipación de los dones. Ahora las maravillas emanan del nuevo centro (desdicha en el corazón de un poema a nadie destinado). Hablo con la voz que está detrás de la voz y con los mágicos sonidos del lenguaje de la endechadora. A unos ojos azules que daban sentido a mis sufrimientos en las noches de verano de la infancia. A mis palabras que avanzaban erguidas como el corcel del caballero de Bemberg. A la luz de una mirada que engalanaba mi vocabulario como a un espléndido palacio de papel. Me embriaga la luz. No nombro más que la luz. Quiero verla. Quiero ver en vez de nombrar. No sé dónde detenerme y morar. El lenguaje es vacuo y ningún objeto parece haber sido tocado por manos humanas. Ellos son todos y yo soy yo. Mundo despoblado, palabras reflejas que sólo solas se dicen. Ellas me están matando. Yo muero en poemas muertos que no fluyen como yo, que son de piedra como yo, ruedan y no ruedan, un zozobrar lingüístico, un inscribir a sangre y fuego lo que libremente se va y no volvería. Digo esto porque nunca mas sabré destinar a nadie mis poemas. Vida, mi vida, ¿qué has hecho de mi vida? Hemos consentido visiones y aceptado figuras presentidas según los temores y los deseos del momento, y me han dicho tanto sobre cómo vivir que la muerte planea sobre mí en este momento que busco la salida, busco la salida. Volver a mi viejo dolor inacabable, sin desenlace. Temía quedarme sin un imposible. Y lo hallé, claro que lo hallé. La aurora gris para mi dolor infuso, me llaman de la habitación más cercana y del otro lado de todo espejo. Llamadas apresurándome a cubrir los agujeros de la ausencia que se multiplican mientras la noche se ofrece en bloques de dispersa oscuridad. Luz extraña a todos nosotros, algo que no se ve sino que se oye, y no quisiera decir más porque todo en mí se dice con su sombra y cada yo y cada objeto con su doble.

La enamorada




esta lúgubre manía de vivir  esta recóndita humorada de vivir  te arrastra alejandra no lo niegues.  hoy te miraste en el espejo  y te fue triste estabas sola  la luz rugía el aire cantaba  pero tu amado no volvió  enviarás mensajes sonreirás  tremolarás tus manos así volverá  tu amado tan amado  oyes la demente sirena que lo robó  el barco con barbas de espuma  donde murieron las risas  recuerdas el último abrazo  oh nada de angustias  ríe en el pañuelo llora a carcajadas  pero cierra las puertas de tu rostro  para que no digan luego  que aquella mujer enamorada fuiste tú  te remuerden los días  te culpan las noches  te duele la vida tanto tanto  desesperada ¿adónde vas?  desesperada ¡nada más!

Anna-AkhmatovaAnna Akhmatova (1889-1966) Poeta rusa nacida en Odessa el 23 de junio de 1889. Hija de una noble familia de origen tártaro, estudió latín, historia y literatura en Kiev y en San Petersburgo. Lectora incansable, leía en sus lenguas originales a Baudelaire, Dante, Horacio y Shakespeare.
Durante muchos años fue silenciada por el régimen soviético. Sus poemas se prohibieron, fue acusada de traición y deportada. A su regreso a Leningrado, en 1944, produjo su obra más importante, “Requiem“, publicada apenas en 1963. En 1965 fue nombrada Doctor Honoris Causa por la Universidad de Oxford.
El correr del tiempo“, su última obra, es un balance de su trayectoria de 1910 a 1965. Falleció en Moscú en 1966. Hoy se le considera la más grande mujer poeta en la historia de la literatura rusa.

Todo lo que veo me sobrevivirá
hasta los nidos de los estorninos,
y este aire migratorio que cruzó,
aire primaveral, la mar en vuelo.

La voz eternidad de allá nos llama,
del más allá con su invencible fuerza,
y por encima del cerezo en flor,
la luz lunar menguando se derrama.

Parece que blanquea sin estorbo,
a través de las verdes espesuras,
la senda que no digo adónde lleva...

Allí hay más claridad entre los troncos
y todo se asemeja a la arboleda
que circunda el estanque en Tsárkoie Seló.


aminata_sow_fall_senegal1Poeta senegalesa que escribió “Filles du soleil” (Hijas del sol), un homenaje a las mujeres en el que muestra su preocupación por la suerte de las mujeres del Senegal y de toda África. Murió en septiembre del 2001.



Mi corazón es ardiente, como abrasador mi sol.
Grande también mi corazón, como África mi gran corazón.
Habitada de un gran corazón, más no puedo amar…
Amar a la tierra, amar a sus hijos.
Ser mujer, más no poder crear;
Crear, no sólo procrear.
Y, mujer africana, luchar.
Todavía luchar, para erguirse antes.
Luchar para borrar la huella de la bota que aplasta.
Señor!…luchar
Contra las prohibiciones, prejuicios, su peso.
Y, sin embargo!…
Seguir siendo Mujer africana, pero ganar la otra.
Crear, no sólo procrear.
Asumir su destino en el destino del mundo

martes, 23 de abril de 2024

Cavafis





Cavafis  1863-1933
La obra de este poeta, nacido en Alejandría en 1863 y muerto en la misma ciudad en 1933, se compone únicamente de ciento cincuenta y cuatro poemas revisados y pulidos hasta la perfección.
 Cavafis es por ello y por otros motivos un poeta excepcional: máximo representante de la literatura griega contemporánea, educado a la inglesa, influido por el simbolismo y el parnasianismo franceses, habitante de una Alejandría tradicionalmente multicultural, multirracial y moderna, admirador y estudioso de la Grecia helenística...todo eso lo convierte en un autor original ya sólo por su contexto.


Los mejores textos de Cavafis fueron escritos en su madurez, a esa edad en que algunas personas adquieren una cierta intuición vital que les permite estar en el mundo como si ya lo hubieran visto todo. 
Sus poemas contemplan la existencia desde una distancia grave e inteligente, solemne e irónica a la vez
 Por los poemas del autor alejandrino desfilan efebos ingenuos y deseables, personajes históricos, gentes anónimas...y objetos, objetos cotidianos que siempre tienen un significado hondo y preciso (los cirios apagados son los días consumidos; los cirios encendidos son los días que nos quedan por vivir). 
Uno de los mayores logros de su poesía es el acercamiento de los personajes y hechos históricos al lector moderno, normalmente poco versado en lecturas clásicas. Mediante la técnica de la máscara, o usurpación de la personalidad, la voz del yo-poeta se apropia del alma de Marco Antonio –y su pensamiento al dejar Alejandría, en El Dios abandona a Antonio-, la temeridad de Julio César, el miedo de Cesarión, las emociones de los dioses del Olimpo...y nos presenta a todos ellos como seres perfectamente humanos. La re-creación constituida a base de elementos irreales es lo que los hace reales.

También está la nostalgia del pasado, el miedo a lo desconocido, la debilidad que nos acecha en los peores momentos, la atracción sexual ligada muchas veces al sentimiento de culpa, la impotencia ante el paso del tiempo...todo eso, que es inherente a la condición humana y no cambia nunca, lo supo expresar Cavafis maravillosamente en cada uno de los ciento cincuenta y cuatro poemas que componen su obra.
SELECCIÓN DE POEMAS:

FUI
Nada me retuvo. Me liberé y fui.
Hacia placeres que estaban
tanto en la realidad como en mi ser,
a través de la noche iluminada.
Y bebí un vino fuerte, como
sólo los audaces beben el placer.


CUANTO PUEDAS
Si imposible es hacer tu vida como quieres,
por lo menos esfuérzate
cuanto puedas en esto: no la envilezcas nunca
en contacto excesivo con el mundo,
con una excesiva frivolidad.
No la envilezcas
en el tráfago inútil
o en el necio vacío
de la estupidez cotidiana,
y al cabo te resulte un huésped inoportuno.




*****
RECUERDA CUERPO
(1918)

Recuerda, cuerpo, no sólo cuando fuiste amado,
no solamente en qué lechos estuviste,
sino también aquellos deseos de ti
que en otros ojos viste brillar
y temblaron en otras voces -y que humilló
la suerte.
Ahora que todos ellos son cosa del pasado
casi parece como si hubieras satisfecho
aquellos deseos -cómo ardía,
recuerda, en los ojos que te contemplaban;
cómo temblaban por ti, en las voces, recuerda, cuerpo.






QUE EL DIOS ABANDONABA A ANTONIO
Cuando de repente, a medianoche, se escuche
pasar una comparsa invisible
con músicas maravillosas, con vocerío -
tu suerte que ya declina, tus obras
que fracasaron, los planes de tu vida
que resultaron todos ilusiones, no llores inútilmente.
Como preparado desde tiempo atrás, como valiente,
di adiós a Alejandría que se aleja.
Sobre todo no te engañes, no digas que fue un
sueño, que se engañó tu oído:
no aceptes tales vanas esperanzas.
Como preparado desde tiempo atrás, como valiente,
como te corresponde a ti que de tal ciudad fuiste digno,
acércate resueltamente a la ventana,
y escucha con emoción, mas no
con los ruegos y lamentos de los cobardes,
como último placer los sones,
los maravillosos instrumentos del cortejo misterioso,
y dile adiós, a la Alejandría que pierdes.



La escena en que Antonio, en la víspera de la batalla definitiva contra Octavio, se despide de la ciudad de Alejandría (y del dios Baco, que lo abandona) aparece en Plutarco y, tomado de éste, en Shakespeare. El episodio histórico tuvo lugar en el año 31 a. C., la víspera del día en que, derrotado y creyendo muerta a Cleopatra, Antonio se dio muerte. Así, este poema constituye uno de los más nítidos y crepusculares ejemplos de la forma en que un episodio de la historia es secuestrado por la poesía y cargado de una fuerza mítica, que irradia y a la vez refleja luz a lo largo de diecinueve siglos.

Murallas.

Sin consideración, sin piedad, sin pudor
en torno mío han levantado altas y sólidas murallas.

Y ahora permanezco aquí en mi soledad.
Meditando en mi destino: la suerte roe mi espíritu:

tanto como tenía que hacer.
Cómo no advertí que levantaban esos muros.

No escuché trabajar a los obreros ni sus voces.
Silenciosamente me dejaron fuera del mundo.


Adición.

No pregunto si soy feliz o no.
Pero hay algo que permanece
siempre alegre en mi cabeza:
que en la gran suma
-esa suma que aborrezco-
de sus demasiados números,
yo no soy uno,
no soy uno de esas unidades.
Yo no fui contado en el total.
Y eso ya me alegra suficientemente.


Ítaca

Cuando emprendas tu viaje a Itaca 
pide que el camino sea largo, 
lleno de aventuras, lleno de experiencias. 
No temas a los lestrigones ni a los cíclopes 
ni al colérico Poseidón, 
seres tales jamás hallarás en tu camino, 
si tu pensar es elevado, si selecta 
es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo. 
Ni a los lestrigones ni a los cíclopes 
ni al salvaje Poseidón encontrarás, 
si no los llevas dentro de tu alma, 
si no los yergue tu alma ante ti.


Pide que el camino sea largo.
Que muchas sean las mañanas de verano
en que llegues -¡con qué placer y alegría!-
a puertos nunca vistos antes.
Detente en los emporios de Fenicia
y hazte con hermosas mercancías,
nácar y coral, ámbar y ébano
y toda suerte de perfumes sensuales,
cuantos más abundantes perfumes sensuales puedas.
Ve a muchas ciudades egipcias
a aprender, a aprender de sus sabios.

Ten siempre a Itaca en tu mente.
Llegar allí es tu destino.
Mas no apresures nunca el viaje.
Mejor que dure muchos años
y atracar, viejo ya, en la isla,
enriquecido de cuanto ganaste en el camino
sin aguantar a que Itaca te enriquezca.

Itaca te brindó tan hermoso viaje.
Sin ella no habrías emprendido el camino.
Pero no tiene ya nada que darte.

Aunque la halles pobre, Itaca no te ha engañado.
Así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia,
entenderás ya qué significan las Itacas.






Irene Villa González (Madrid, 21 de noviembre de 1978) es una periodista, escritora y psicóloga española de prensa escrita y radio, además de esquiadora paralímpica. A los doce años sufrió un grave atentado de ETA junto a su madre. Como resultado de la explosión de una bomba perdió las dos piernas y tres dedos de la mano izquierda. Hasta 2007 fue delegada en Madrid de la Asociación de Víctimas del Terrorismo


UNA NOCHE
El cuarto era pobre y vulgar,
oculto en los altos de una taberna equívoca.
Desde la ventana se veía la calleja,
sucia y estrecha. Desde abajo
llegaban las voces de algunos obreros
que jugaban a las cartas y que se divertían.
Y allí en la cama humilde, ordinaria
poseí el cuerpo del amor, poseí los labios
voluptuosos y rojos de la embriaguez -
rojos de tal embriaguez, que también ahora
cuando escribo, ¡después de tantos años!,
en mi casa solitaria, me embriago nuevamente.




LEJOS
Quisiera este recuerdo decirlo...
Pero de tal modo se ha borrado... como que nada queda -
porque lejos, en los primeros años de mi adolescencia yace.
Una piel como hecha de jazmín...
Aquel atardecer de agosto – ¿era agosto...?-
Apenas me recuerdo ya de los ojos; eran, creo, azules...
Ah sí, azules: un azul de zafiro.





Bunbury  El extranjero



Extranjero, de Enrique Bunbury
   ( del LP Pequeño cabaret ambulante  1999)


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Una barca en el puerto me espera,
no sé donde me ha de llevar,
no ando buscando grandeza,
sólo esta tristeza deseo curar.

Me marcho y no pienso en la vuelta,
tampoco me apena lo que dejo atrás,
sólo sé que lo que me queda
en un solo bolsillo lo puedo llevar.

Me siento en casa en América,
en Antigua quisiera morir,
parecido me ocurre con África,
Asila, Esaurira y el Rif.

Pero allá donde voy
me llaman el extranjero.
Donde quiera que estoy
el extranjero me siento.

También extraño en mi tierra,
aunque la quiera de verdad,
pero mi corazón me aconseja,
los nacionalismos que miedo me dan.

Ni patria ni bandera,
ni raza ni condición,
ni límites ni fronteras,
extranjero soy.

Porque allá donde voy
me llaman el extranjero.
Donde quiera que estoy
el extranjero me siento.

Porque allá donde voy
me llaman el extranjero.
Donde quiera que estoy
el extranjero me siento

Esaurira
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Asilah
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El Rif
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Thelma y Louise

 






En el camino  Kerouac








Kavafis  (1863-1923)
Ítaca

Cuando emprendas tu viaje a Itaca 
pide que el camino sea largo, 
lleno de aventuras, lleno de experiencias. 
No temas a los lestrigones ni a los cíclopes 
ni al colérico Poseidón, 
seres tales jamás hallarás en tu camino, 
si tu pensar es elevado, si selecta 
es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo. 
Ni a los lestrigones ni a los cíclopes 
ni al salvaje Poseidón encontrarás, 
si no los llevas dentro de tu alma, 
si no los yergue tu alma ante ti.


Pide que el camino sea largo.
Que muchas sean las mañanas de verano
en que llegues -¡con qué placer y alegría!-
a puertos nunca vistos antes.
Detente en los emporios de Fenicia
y hazte con hermosas mercancías,
nácar y coral, ámbar y ébano
y toda suerte de perfumes sensuales,
cuantos más abundantes perfumes sensuales puedas.
Ve a muchas ciudades egipcias
a aprender, a aprender de sus sabios.

Ten siempre a Itaca en tu mente.
Llegar allí es tu destino.
Mas no apresures nunca el viaje.
Mejor que dure muchos años
y atracar, viejo ya, en la isla,
enriquecido de cuanto ganaste en el camino
sin aguantar a que Itaca te enriquezca.

Itaca te brindó tan hermoso viaje.
Sin ella no habrías emprendido el camino.
Pero no tiene ya nada que darte.
“Si no los llevas dentro de tu alma”
Enumera tus miedos. ¿Tienes miedo en los viajes? ¿A qué?











¿Qué viaje harías al “estilo Kavafis”? ¿Por dónde?









Reflexión ¿Es mejor el camino que el destino? Reflexiona sobre esto












POR LA PARTE DE ATRÁS, RELATA BREVEMENTE UN VIAJE INICIATICO