Tetsuya Nakashima
Kanae Minato
Confessions (2010)
- Título original: La Venganza en estado Mayestático
- Nacionalidad: Japón | Año: 2010
- Director: Tetsuya Nakashima
- Guión: Kanae Minato y Tetsuya Nakashima
- Intérpretes: Takako Matsu, Yukito Nishii, Kaoru Fujiwara, Mana Ashida, Pene Chingon.
- Argumento: la sutil y cruel venganza...
1.-El Cine asiático llega al rescate:
Un acto de justicia permite cerrar un capítulo; un acto de venganza escribe un capítulo nuevo.
De un tiempo a esta parte, no sé, digamos casi 20 años, ha habido una máxima presente para todos los aficionados al
terror/thriller: cuando la película llega del extremo oriente hay que prestar atención (
estoy generalizando una miaja). Por supuesto que hay decepciones, pero desde luego en un porcentaje muchísimo más bajo que el procedente de cualquier otro país (tal vez Francia y UK sean, hasta ahora, una cierta excepción a la regla). Y es que desde que un señor con pinta de buenazo llamado
HIDEO NAKATA nos presentó
Ringu (The Ring) nada volvió a ser lo mismo…por lo menos a mí; recuerdo pocas películas que me impactaran tanto y, que tras varios visionados, me siguieran causando los mismos escalofríos. Con
Dark Water me pasó tres cuartos de lo mismo, y luego fueron llegando:
The Eye (la puta escena del tintero me provocó 7 canas al instante), la surrealista y perversa
Uzumaki,
Pulse y
Cure de
Kiyoshi Kurosawa, la no tan conocida
Inner Senses, la brutal
SUICIDE CLUB, apareció el enfermizo
Takashi Miike para darnos en todos los morros con
Ichi the Killer y
Audition….en fin, unos años maravillosos en los que cine asiático equivalía a calidad + originalidad + boca abierta + unmiedoquetecagas.
Creo que lo que pudo provocar su inmediato éxito, aparte de la saturación de sextas partes de películas ya muertas (Halloween, Pesadilla…) y la invasión de teen-terror (Scream y demás), fue la novedad, la cuidadísima/novedosa estética, la crueldad que transmitían las historias (
pero no olvidemos que ya llevaban años demostrando sus extremismos con las sagas de Guinea Pig), el enfoque diferente de las historias de venganza de ultratumba, las exquisitas
BSO(
Kenji Kawai el
maestro) y sobre todo la sensación de que no todo estaba contado en el cine de terror, ni mucho menos.
Podía decirse que, hasta hoy, han sabido seguir manteniendo el listón muy alto para el resto de paises productores de Terror(
Slice,
A Tale of Two Sisters,
Bedevilled …..); incluso han conseguido crear una nueva legión de fans con su “última” aportación al género: el bizarrismo extremo y, a veces, sonrojante de títulos como
Machine Girl ,
Vampire Girl vs. Frankenstein Girl y demás salvajadas que se han convertido en legión (verdad Bob??). Y podría seguir hablando durante líneas y líneas sobre lo que ha aportado el cine oriental a nuestras vidas, amén de que seguro que me he dejado algún título imprescindible, pero lo importante es que
CONFESSIONS es… diferente, va más allá de lo que yo he visto hasta ahora. Es única.
2.-Realismo Cruel (y Mágico) como la vida misma
Llevo unos días dudando en como afrontar la reseña de esta genialidad, no sé si omitir lo máximo posible para que la gente que no la ha visto experimente los mismos escalofrios de placer que yo, o tirarme al barro y desmenuzarla en partículas sub-atómicas. Tal vez lo suyo sería un termino medio, pero va a ser difícil contenerse. Para empezar vamos a situarnos en un colegio japonés, con su profesora y sus niños alborotados por las hormonas, los móviles y la falta de respeto que parece ser endémica en todos los paises. La profesora está contando algo importante, pero ellos ni puto caso. Les cuenta que ese es su último día. Y ellos se alegran mogollón. Entonces, les explica porqué, y les deja con la boca abierta, aturdidos. Sabe, la profesora (espectacular
Takako Matsu), que el accidente en el que perdió la vida su hija de 4 años no fue un desafortunado accidente. Sabe que dos de sus alumnos, llamemósles
A y
B, la asesinaron por diversión, con premeditación y alevosía; y ya que las leyes criminales japonesas no permiten juzgar a nadie menos de 14 años, va a ser ella la que se tome la justicia por su mano. Y no lo va a hacer de cualquier manera, lo va a hacer al estilo nipón:
cruel, refinada y lentamente.
Lo que más me sorprendió del comienzo de la película, sobre todo viéndolo en retrospectiva, es que no deja de ser una introducción de casi media hora; algo que muy pocos directores tendrían el valor de hacer y, sobre todo, la maestría de convertirlo en una obra de arte en sí misma. Podría ser un mediometraje perfecto, quedarse ahí y mereceria la pena haberlo visto, por no decir que sólo esa media hora vale más que casi todo lo que llevamos de año. Pero no, solo hace que mejorar. La narrativa se disgrega y nos van ofreciendo los puntos de vista de los dos asesinos y de una “inocente” compañera de clase que van añadiendo matices sutiles y demoledores a la historia.
¿Qué lleva a unos crios a matar deliberadamente a una niña de 4 años?, ¿cómo es posible? y, además, habiéndolo planeado como una venganza hacia alguien que su único pecado había sido hacer su trabajo lo mejor que podía…Aquí es donde el director nos introduce sutilemente la pavorosa alienación que sufre el individuo en la sociedad japonesa, ya desde su más temprana infancia, cuando les enseñan a base de repeticiones constantes (esto es verdad) sin saber lo que les están aprendiendo, y que su única misión en la vida es servir al progreso de la sociedad. Y este es una de las virtudes de la película, que no se posiciona, no intenta justificar ni los porqués ni los cómos. Nos cuenta las tristes vidas de dos chavales aislados de sus respectivas familias (abandono de la madre, ausencia del padre) que ven encauzadas sus vidas a un desenlace trágico y, por otra parte, más que previsible. Lo que no es tan previsible es como la profesora tenía calculado todo hasta el más mínimo detalle, sin prisa pero sin pausa; como, una vez perdido todo lo que amaba en esta vida, utiliza todos sus medios (y personas) para hacer que los condenados niños paguen por lo que han hecho.
Hasta aquí voy a hablar de la trama, espero haber despertado la suficiente curiosidad.
3.-El perfecto equilibrio:
Probablemente esa sea una de las tareas más difíciles a las que se tiene que enfrentar un director a la hora de realizar un proyecto tan ambicioso como este, para que no le vaya de las manos y se convierta en un mero ejercicio de estética pretenciosa. Ya que la estética es una pieza clave en esta película: la fotografía de videoclip, las
(numerosas) escenas a cámara lenta, los flashbacks, los planos alucinógenos…todo ello, junto con una banda sonora (
BORIS, y un recurrente tema de
RADIOHEAD) con tintes opiáceos y etéreos, aunque con espinas que duelen, consiguen que el continente se
equilibre con el contenido y las dos horas de película pasen como un sueño turbulento y siniestro que se te queda pegado al alma y pide a gritos una segunda y tercera revisión.
El director,
Tetsuya Nakashima, más conocido por
Kamikaze Girls y
Memories of Matsuko ha conseguido con esta película algo no muy habitual: que aficionados al cine de todo el mundo se pongan de acuerdo al calificar de “maravillosa” esta película (ya tiene terminado otro proyecto:
Flarella) y, algo que yo no sabía, estar a punto de conseguir entrar en la carrera hacia los Oscar, pero, incomprensiblemente (o no) no pasó el corte. Además de aunar una serie de actores en estado de gracia, ya que no solo la protagonista lo borda, los tres adolescentes transmiten el dolor y la rabia necesarios como para que debamos seguirles la pista en un futuro.
Lo único que me queda por decir es que yo ya tengo mi película del 2011, sin duda alguna, y que va a ser MUY difícil que alguna otra se le acerque. ¿Exagerado?, juzgad vosotros mismos.