viernes, 29 de septiembre de 2017

Poetas latinos Virgilio, Ovidio, Horacio, catulo, Lucrecio


1. INTRODUCCIÓN

EL EMPERADOR AUGUSTO
La época de esplendor de la poesía latina se produce en el siglo I a.C. Coincide con los mandatos de César (100-44 a.C.) y Augusto (63 a.C-14 d.C.). En este siglo desarrollan su actividad los ‘poetas nuevos‘, poetae novi neotéricos latinos, renovadores de la lírica latina que reivindican la lírica griega y alejandrina. Entre ellos sobresalen Catulo –un poeta culto y refinado, heredero de la lírica griega, en especial de Safo, del que se recuerdan, sobre todo, sus poemas amorosos de honda subjetividad dedicados a Lesbia– y Propercio, cuyas elegías a Cintia se encuentran entre los poemas latinos más bellos. Otro poeta sobresaliente del periodo es Lucrecio, cuyo poema épico De rerum natura expone en hexámetros las teorías del filósofo griego Epicuro. En la primera mitad del siglo I a.C. la oratoria y la filosofía florecen de la mano de Cicerón. Augusto asume el poder absoluto en el 31 a.C. El emperador inicia una política de renovación moral de los romanos, en decadencia a causa del enriquecimiento del Imperio, y recuperación de  los valores nacionales después de las guerras y conflictos políticos internos. Su largo mandato (entre el 23 a.C. y el 14 d.C.), conocido como Paz romana o Pax Augusta,  coincide con la época dorada de la literatura latina: en ella producen su obra los tres poetas latinos más importantes: VirgilioHoracio Ovidio. De hecho, el emperador Augusto, de acuerdo con su plan de recuperación del orgullo nacional, se preocupó por impulsar las letras latinas. En esta tarea tuvo mucho que ver su consejero y amigo Mecenas. Este rico y refinado personaje protegió e impulsó las carreras de, entre otros, Virgilio y Horacio. Este respaldo decisivo explica la propaganda y alabanzas de las políticas del emperador que observamos en la obra de estos poetas.
2.VIRGILIO (70-19 a.C)

VIRGILIO
A pesar de provenir de una familia campesina, recibió una buena educación. Su carrera se vio impulsada al introducirse en el círculo de Mecenas y del emperador Augusto.
Las Bucólicas es un libro dividido en diez églogas en las que traza cuadros de la vida pastoril inspirados en los idilios del griego del siglo III a.C. Teócrito. Los pastores virgilianos –bajo los que se esconden conocidos del poeta– se expresan con elegancia, sensibilidad y preciosismo en un marco natural –La Arcadia– completamente idealizado, alejado de la realidad.
Las Geórgicas es un poema en hexámetros dedicado a la agricultura en el que el mundo irreal y de ambiente refinado de las Bucólicas ha sido sustituido por el mundo real del trabajo de la tierra con su exigencia de sudores y amor. Lo que más llama la atención es la transformación poética del quehacer cotidiano.

DIDO Y ENEAS
En La Eneida, la gran epopeya de las letras latinas, quiso dar una visión poética y trascendente de su patria, incitado por el propio Augusto. La comenzó en el año 29 a.C., la dejó inconclusa e incluso ordenó que se destruyera; afortunadamente el emperador desoyó su deseo y la publicó. Está dividida en 12 libros. La primera parte (6 primeros cantos), inspirada en La Odisea,narra los viajes de Eneas hasta llegar a Italia. El héroe troyano Eneas sale de la Troya incendiada y llega hasta Roma, donde funda su segunda patria. Durante el viaje sufre numerosos incidentes. De entre ellos destaca, por su valor emocional, la estancia

LA MUERTE DE DIDO
de Eneas en Cartago (canto IV). Allí, la reina fenicia Dido, enamorada de él, quiere retenerlo sin comprender la gran misión que Júpiter le ha encomendado: la fundación de Roma. Al no poder convencer a su amado para que se quede y, después, al verlo partir, se suicida clavándose una espada. La segunda parte, formada por los seis últimos li­bros e inspirada en la Ilíada, cuenta la estancia de Eneas en Roma, su casamiento con Lavinia y la oposición del feroz Turno, a quien vence en combate.
Con esta obra Virgilio enlaza a los romanos con el heroico pueblo troyano y hace al emperador de Roma heredero de la diosa Venus y de Eneas. De hecho podemos leer simbólicamente la obra: las aventuras norteafricanas de Eneas –que representa al propio Augusto– se relacionan con las Guerras entre Roma y Cartago, de las que salió reforzada Roma; el personaje de Dido recuerda al de Cleopatra, que mantuvo retenido en Egipto a Marco Antonio… En general los personajes de la Eneida están tratados con verosimilitud: Virgilio ha prescindido del carácter fabuloso de los héroes de la epopeya griega para construir figuras que representen el ideal de varón romano, abnegado y fiel a su destino.
3.- HORACIO (65-8 a.C)

HORACIO
Quinto Horacio Flaco provenía de una familia humilde (su padre era un liberto, un esclavo liberado). Aun así recibió una buena educación en Roma y en Grecia. Hizo amistad con Virgilio y éste le introdujo en el círculo de los protegidos por Mecenas, gracias a lo cual pudo dedicarse a escribir sin otras preocupaciones.
Escribió los Épodos, diecisiete poemas de ca­rácter violento y sarcástico, que comentan situaciones y anécdotas de Roma. Por esta razón Horacio advierte a los romanos de que tantas guerras los llevarán a su propia destrucción, y les sugiere que se retiren a las Islas Afortunadas. Este deseo de retiro de la vida ajetreada de la ciudad ro­mana le inspiró el Épodo cuyo primer verso comienza con las pala­bras Beatus Ille, que retomó Fray Luis de León en el siglo XVI en su “Oda a la vida retirada”.
Las Sátiras nos hablan, en un verso cercano a la prosa, de la vida co­tidiana, de la moral y de las costumbres de los romanos.
Las Odas (Carmina) es un conjunto de 103 composiciones líricas de influencia griega (sobre todo de Alceo y Safo). Los temas son diversos (amor, filosofía y moral, patriotismo, elogio de la amistad…) y la forma es innovadora, culta y refinada. Las odas horacianas son famosas por ser la fuente de algunos de los tópicos literarios con más fortuna, sobre todo en el Renacimiento; en ellas encontramos el carpe diem (aprovecha el momento), el aurea mediocritas(literalmente ‘dorada medianía’, es decir, la predilección estoica por estados de ánimo serenos, que huyan de los extremos), etc.
Finalmente son famosas sus Epístolas, sobre todo “la Epístola a los Pisones” o Arte poética, que junto con laPoética de Aristóteles es el manual de poética más influyente.
4.- OVIDIO (43 a.C-17 d.C.)

OVIDIO
Publio Ovidio Nasón, perteneciente a una familia acomodada, estudió derecho y viajó por Atenas, Egipto y Asia Menor. Se introdujo en  el círculo de Valerio Mesala Corvino y alcanzó el éxito, a pesar de que acabó sus días enemistado con Augusto y desterrado cerca del Mar Negro. Podemos dividir su obra en tres etapas.
La primera etapa, de juventud, desarrolla fundamentalmente temas amorosos. A ella pertenece su conjunto de elegías Amores, de tema erótico y estilo intimista dedicadas a su amante ficticia Corina; otro conjunto de elegías titulado Heroídas(dieciocho cartas ficticias de mujeres enamora­das: Penélope a Ulises, Dido a Eneas, Helena a Paris, Hero a Leandro… ); y el Arte de amar (consejos a hombres para conquistar a las mujeres y a mujeres para conservar el amor de ellos) y Remedios de amor (consejos para luchar contra el amor, al que se considera una enfermedad, concepción que triunfará en la Edad Media).
La segunda etapa de su obra está formada por los Fastos (descripción de las festividades romanas) y su obra más famosa y ambiciosa: las Metamorfosis. Se trata de una es­pecie de historia universal de la mitología con un total de 250 leyendas, desprovistas de sentido religioso, en las que las pasiones de los dioses se han humanizado por completo. El hilo argumental que da unidad a un conjunto tan variopinto de leyendas es la transformación o metamorfosis. Así Dafne, perseguida por Apolo, se transforma en laurel; Narciso se con­vierte en flor, etc.
Su tercera etapa se inicia con su destierro en el año 8 d.C. En sus obras Tristes o Epístolas pónticas (el autor está desterrado en Ponto Euxino) Virgilio se lamenta de su suerte y pide clemencia a distintas personalidades.



Los poetas latinos  Catulo

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Odi et amo (lit. "odio y amo") es el famoso inicio del carmen 85 del poeta romano Catulo. El poema dice así:
Odi et amo. Quare id faciam, fortasse requiris.
Nescio, sed fieri sentio et excrucior.
Odio y amo. Quizás te preguntes por qué hago esto.
No lo sé, pero siento que así ocurre y me torturo.



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lunes, 11 de septiembre de 2017

Presentación

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“Los clásicos son esos libros de los cuales se suele oír decir: Estoy releyendo y nunca Estoy leyendo…”
“Toda relectura de un clásico es una lectura de descubrimiento como la primera”
“Los clásicos son libros que ejercen una influencia particular ya sea cuando se imponen por inolvidables, ya sea cuando se esconden en los pliegues de la memoria mimetizándose con el inconsciente colectivo o individual”

“Se llama clásicos a los libros que constituyen una riqueza para quien los ha leído y amado, pero que constituyen una riqueza no menor para quien se reserva la suerte de leerlos por primera vez en las mejores condiciones para saborearlos”

“Un clásico es un libro que suscita un incesante polvillo de discursos críticos, pero que la obra se sacude continuamente de encima”

“Los clásicos son libros que cuanto más cree uno conocer de oídas, tanto más nuevos, inesperados, inéditos resultan al leerlos de verdad”

“Es clásico lo que tiende a relegar la actualidad a la categoría de ruido de fondo, pero al mismo tiempo no puede prescindir de ese ruido de fondo.”


“Un clásico es un libro que nunca termina de decir lo que tiene que decir”





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Guárdame en tu corazón  como un tatuaje
siempre fijo en tu muñeca

 

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¡He desayunado con el horror¡



La literatura se ha poetizado
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Al fin una droga buena para la salud: leer alarga la vida

Buenas noticias para los devoradores de páginas deseosos de no saciar el hambre jamás













Este artículo sin duda les puede interesar: ya sabíamos que el deporte puede aumentar nuestra esperanza de vida en cinco años; que el grano entero del cereal disminuye las posibilidades de muerte prematura en un 7%; que la interacción de dos genomas mitocondriales alarga la vida un 16%, según publicó en Nature un equipo de científicos españoles que analizó a 20 generaciones de roedores, e incluso que comer poco es una fórmula que atrasa el envejecimiento debido a la producción de sulfuro de hidrógeno que genera, según estudios realizados en la Universidad de Harvard en ratones y que han venido a avalar la práctica oriental de que comer sin llenarse es un seguro de longevidad.
Pero hay algo que no se ha medido en ratones, sino en personas, y que trae buenas noticias para los devoradores de páginas deseosos de no saciar el hambre jamás: leer alarga la vida, y cuanto más, mejor. Aquí no hay dietas y el único milagro está en la mayor cantidad: los lectores de 3,5 horas a la semana de media viven un 17% más que los que no abren un libro; quienes leen más tiempo aún, un 23% más. Son casi dos años —¡dos años!— de propina que merece la pena tener en cuenta.
Un estudio sobre salud y jubilación realizado por investigadores de la Universidad de Yale ha evaluado durante 12 años a 3.635 personas y, después de eliminar los factores correctores de sexo, raza, situación de salud y posibles obesidad o depresión, certifica limpiamente que leer alarga la vida.
El estudio, publicado en Social Science & Medicine, concluyó que los lectores de libros suelen ser mujeres con estudios y mayor poder adquisitivo, pero no es eso lo determinante sino, simplemente, leer. “La gente que lee media hora al día ya tiene una ventaja de supervivencia significativa con respecto a los que no leen nada”, explica Becca R. Levy, profesora de Epidemiología de Yale y principal autora del estudio, a The New York Times. “Y esa ventaja permanece tras corregir la salud, la educación, las habilidades cognitivas y muchas otras variables”.
El estudio no evalúa géneros literarios ni calidades, y aparentemente Cervantes o Dickens tienen las mismas posibilidades de alargarnos la vida que Ildefonso Falcones o Dan Brown. La prensa, nos dicen, no cuenta igual. ¿Tal vez el siguiente paso para Yale es medir con qué autores podemos vivir un poco más? Es una idea.
Ahora ya sabemos que la poesía no aporta antioxidantes como el arroz integral y que, sin embargo, Rafael Cadenas o Claribel Alegría son pura gimnasia para la cabeza; como el ensayo no tiene que ver con las grasas monoinsaturadas ni la novela con el riesgo cardiovascular, y sin embargo un Houellebecq o José Luis Sampedro nos pueden mantener el nivel de las palpitaciones adecuadas. Es un hallazgo genial para acabar el verano: por una vez, la droga que queremos en vena es buena para la salud. A ser posible, con una tostada integral en la otra mano.



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